El viejito de blanco que espanta a los policías

Un una fantasmal imagen suele aparecerse, por el Día de Muertos, en la orilla de la carretera Mérida Tizimín. Los policías cuentan sus experiencias.

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Ilustración que muestra cómo 'aparece' el viejito de blanco que no solo espanta a los policías, sino a todo aquel que pase por la carretera Mérida-Tizimín, poco antes de la comisaría de Tekat (Mocochá).
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA,  Yuc.- En estas épocas de muertos (recordemos que finalizan oficialmente el 30 de noviembre, fecha en que parten las ánimas) son clásicos los relatos sobre la procesión de las ánimas y la visita de nuestros fieles difuntos, pero también se ha vuelto recurrente la aparición de un viejito fantasma en la carretera Mérida-Tizimín,  tramo Motul.

Al menos así lo reportan los policías de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), principalmente en estas fechas. Hablan sobre la extraña aparición de un “viejito” de barba y caballo blancos  con camisa y pantalón claros, con un bastón y un lento andar, a un costado del acotamiento de la carretera, casi entre la hierba.

Taxistas, patrulleros y gente que pasa continuamente por ahí aseguran que es el alma en pena de un señor que fue atropellado en ese tramo (poco antes de la comisaría de Tekat), a finales de los años setentas, y cuyo cuerpo fue descubierto hasta el día siguiente, ya que fue aventado hasta el monte y, como no había luz,  nadie se percató.

De acuerdo con lo que publicaron los medios de comunicación en ese entonces, se dijo que estuvo más de ocho horas tirado en el monte antes de fallecer, y por su estado de salud y avanzada edad no pudo levantarse para pedir ayuda.

En un fría madrugada del mes de diciembre de 1993, dos patrulleros de la antigua SPV (hoy SSP) iban por estos lugares y de pronto vieron a un viejito de guayabera blanca caminado por la carretera; decidieron retroceder para ver si necesitaba ayuda, ya que era casi la medianoche y se le hizo extraño que a esa hora, y con el frío que hacía, estuviera alguien caminando por ahí:

“Cuando retrocedimos y me bajé de la unidad ya no había nadie, me acerqué al monte para ver si no se había caído ahí el viejito o si estaba agachado o herido, pero no había nadie. La hierba estaba baja y no había forma de que se hubiera ocultado o de que se hubiera internado en el monte, ya que todo fue muy rápido; entonces, me subí a la patrulla de nuevo y seguimos nuestro camino.

“Un minuto después, habremos avanzado si acaso un kilometro y de pronto vemos de nuevo al mismo viejito, pero no era posible, ni corriendo hubiera llegado antes que nosotros. Me bajé de nuevo del coche y otra vez desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra.

“Seguimos nuestro camino y un par de minutos después vimos de nuevo al señor. Esta vez nos quedamos detrás de él y sin apagar la luz y sin quitarle la mirada me bajé y me aproximé hacía él, estaba como a 10 metros, lo llamé pero no se detenía, seguía caminando lentamente hasta que se fue desvaneciendo poco a poco.

“Fue hasta ese momento que me vino a la cabeza que a lo mejor lo que estaba viendo no era algo de este mundo, y la verdad hasta pena me da reconocerlo, pero me empezaron a temblar las piernas del susto; cuando llegué a la patrulla mi compañero me dijo que yo estaba pálido y me preguntó qué había pasado.

“Cuando le explique todo, él me dijo que podría tratarse del ‘viejito de blanco’, y me contó acerca de una leyenda que la gente relata sobre este suceso, que más que leyenda es la verdad porque yo lo vi, nadie me lo contó, la descripción es idéntica.

“No me lo van a creer pero esa misma noche, diez minutos después ¡lo vimos de nuevo! Por cuarta ocasión en esa madrugada, pero ya no nos detuvimos, lo dejamos en paz”, comenta nuestro entrevistado, quien actualmente labora en el sector oriente de Mérida como patrullero.

Lo interesante del caso que los últimos reportes que me han dado los policías, coinciden en la fecha, ya sea el 1 ó el 2 de noviembre, es decir, quizás pronto alguien me comente de su más reciente aparición, la cual pudo haber ocurrido exactamente hace una semana.

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