Eso que se acumula
El Poder de la Pluma
Resulta imposible no mostrar aunque sea una mínima reacción ante todo cuanto llega a nuestros ojos y oídos en estos días. Sabemos que las últimas semanas son un recordatorio cruel de situaciones que han ido ocurriendo y callándose con el paso de los años. Pero ahora, en estos días que pasan, y que tanto pesan entre asombro doloroso, miedo y frustración, vemos cómo pareciera que una neblina espesa se ha posado sobre un país entero y no promete irse pronto. ¿Qué se hace o cómo la ahuyentamos?
Cierto es que no podemos mirar a un lado,porque lo que nos rodea, y a lo que tanto tememos, podría llegar a tocar la puerta de nuestra casa, marcándonos con los colores de la impotencia, la ira y la desesperanza. Sin duda se trata de eventos que van dejandopequeñas grietas en el corazón con señas de un dolor que no habíamos conocido antes: el dolor empático.
En “Tristeza”, cuento de la autora española Rosario Barros Peña, estamos ante un textoque naturalmente hace honor al título que lo nombra. Pero advierto, hoy más que nunca, que podremos mirar lamentablemente cómo esa tristeza relatada funciona como una proyección dolorosa que despierta las fibras más sensibles que llevamos por dentro.
En la historia, una voz infantil sin género narra cómo la tristeza es un polvo que ha invadido su casa y se ha apoderado de su madre, específicamente. La mira como una presencia que respira, pero no se mueve ni habla. Entre ausencias de reacción, el personaje dice que la tristeza en un principio era ignorable, pero eventualmente su polvo comenzó a ser más espeso; borrando toda la luz de las habitaciones y los rastros de felicidad.
No hay palabras que puedan explicar las razones por las cuales la madre ha sido cubierta por este polvo, pero podemos entenderlo de alguna manera. Porque fácilmente sentimos que también estamos de pie junto a su lavaplatos rebosante y los cerros de ropa sucia; mirando cómo la tristeza sigue cayendo e invadiéndolo todo, almismo tiempo que los personajes aceptan que efectivamente, y por el momento, nada puede hacerse.
El desenlace del cuento lleva ese mismo tono que podemos distinguir en nuestros últimos días: no hay avance, no hay respuestas ni razones. Ya tendría que ser la hora de que las manos responsables tomen el trapo correspondiente para limpiar definitivamente esta tristeza que amenaza y que rompe. Esa tristeza que por tanto tiempo ha ido acumulando un polvo violento que ya pesa demasiado y no nos deja respirar.