Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Alegre, cariñosa y de un gran corazón, así recuerdan sus familiares a Enna Victoria García Lavín, quien ayer, tras prolongada dolencia, dejó de existir a la edad de 93 años, en su hogar, en Mérida, Yucatán, dejando en su partida un legado de amor en sus familiares, amigos y la comunidad religiosa donde participó activamente en la formación e impulso de grupos apostólicos y de evangelización.

Su cuerpo fue velado ayer en un servicio funerario privado y hoy tendrá lugar la misa con sus restos cenizos en la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, a las 18:00 horas. Allí continuarán las ceremonias en su honor hasta el domingo en el mismo horario. 

Le sobreviven su hermana Miriam del Carmen García Lavín; sus dos hijos, Enrique y Enna Victoria Rodríguez García, nietos, yerno, nuera; sobrinos, primos y familiares políticos.  

Enna Victoria García Lavín era hija del doctor Andrés Eleuterio García Arana (q.e.p.d.) y Victoria Lavín Escalante (q.e.p.d.). El único varón de la familia nuclear fue Don Andrés García Lavín (q.e.p.d.), fundador de Grupo SIPSE (Servicios Informativos y Publicitarios del Sureste), el corporativo de medios más importante de la región.

El 22 de diciembre de 1945 Enna Victoria contrajo nupcias con Enrique José Rodríguez Cicero (q.e.p.d.), con quien procreó dos hijos, Enrique y Enna Victoria. 

Su familia la recuerda como una persona amorosa, alegre y generosa, quien destacaba por su compromiso por ayudar a sectores vulnerables y por su sazón inolvidable en platillos y postres, los cuales atraían a sus seres queridos en reuniones familiares de fin de semana y de 31 de diciembre.

Católica comprometida, fue una fiel asidua de las misas en la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, ubicada en la colonia García Ginerés, en cuya comunidad participó en diferentes agrupaciones.

Fue miembro fundador de Acción Católica Mexicana de Yucatán, un organismo con presencia en diócesis de todo el país enfocada en colaborar en la evangelización de la sociedad, para lo cual asume como principal compromiso la formación cristiana y la santificación de sus propios militantes y, por medio de ellos, la de todos los hombres y mujeres en congruencia con la realidad del mundo actual.

También fue impulsora de la creación de los Cursillos de Cristiandad en la entidad y del Movimiento Familiar Cristiano, una organización de laicos asistidos por sacerdotes, que tiene personalidad propia, en comunión y vinculación a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), concretamente a la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar, la cual reúne a matrimonios que les interesa el buen funcionamiento de su relación conyugal, la superación integral de sus hijos y la mejoría de la sociedad donde viven y se desarrollan.