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Lo único seguro en la vida es que tiene un final físico, pero por medio de la trascendencia, el poder más grande que tiene el ser humano, podemos ser inmortales. Hoy me despido con dolor y conmoción, pero con la esperanza de volvernos a ver mientras el día de hoy vives en mi mente con las enseñanzas que me brindaste. Hace varios ayeres, Martiniano Alcocer, uno de los más reconocidos periodistas del estado, me invitó a participar en este espacio pese a que de letras no sabía nada. Me dijo que era un chavo especial, con ideales importantes, aventado y con un gran ímpetu. Me motivó para intentarlo, me dio el espacio y aquí estoy. Don Marti, como muchos de cariño le decíamos, reparó miles de veces mis escritos de adolescente que de ortografía y redacción no sabía nada, se volvió mi gran maestro a través de los años.

En una ocasión me dijo, ya que suelo escribir más letras de las permitidas para la columna, que es más fácil decir que no decir, que el arte de la escritura estaba en saber contar mucho con pocas palabras. Siempre me alentó, siempre me motivó aún frente a los altercados que también tuvimos, me llega al alma recordar la frase que tantas veces me repitió: mientras me encuentre en este importante periódico, siempre encontrarás una casa, un espacio y lo cumplió, me hizo sentir parte de una familia periodística. Así como siempre me alentó, motivó y empujó, hoy también quiero hacer lo mismo de todo corazón hacia su familia y sus amigos: son tiempos difíciles, duros, pero él siempre supo salir adelante, siempre tuvo esa gran fortaleza que lo caracterizó.

Amigo mío, don Marti, no sabes cómo extrañaré enviar mis columnas a tu correo, poder continuar platicando de tantas cosas importantes e interesantes con tus charlas complejas llenas de sabiduría, eres un héroe, sé muy bien que la batalla no estuvo fácil, fue cansada y dolorosa, pero la afrontaste como los valientes nada más.

A todos los que llevan a don Martiniano en su corazón, envío mi más fuerte abrazo, mis oraciones acompañadas de la esperanza de poder volverlo a ver, pero tampoco olvidar que el resultado final a nosotros no nos correspondía, fue Dios quien en sus manos tuvo la última palabra, es Él quien sabía lo mejor para Marti, lo mejor para ustedes, lo mejor para nosotros. Fuerza, mucha fuerza, este no es el final. Descanse en paz Martiniano Alcocer.

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