Hacer de lo ordinario, algo extraordinario

Daniel Uicab: Hacer de lo ordinario, algo extraordinario

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“Lo que se ve no se juzga”, dice el refrán. Esto ha pasado en Yucatán en los cinco años de Gobierno de Mauricio Vila Dosal, y en Mérida, con las administraciones de Renán Barrera Concha. Los logros, cifras y metas destacadasel pasado domingo en el V Informe del Gobernador fueron reconocidos prácticamente por todos los sectores. El Estado ha tenido un desarrollo como nunca antes, en casi todos los rubros de Gobierno, lo cual ha trascendido en el país, e incluso en otros países.

¿Qué hizo este Gobernador que apenas hace 12 años incursionó en la política? Para responder, quiero comentarle que hace menos de dos décadas, mi hermano Javier, médico ginecobstetra, entonces con un cargo en el Gobierno estatal, en el área de Salud Reproductiva, me comentó que Yucatán estuvo a punto de ganar un premio nacional por bajar el índice de muerte materna. Finalmente, ganó Nayarit, “¿sabes por qué?”, me preguntó y respondió: “No hicieron nada extraordinario, los médicos sólo cumplieron al pie de la letra los protocolos para atender a las mujeres". Es decir, lo que se esperaba de ellos.

Aquí, en un lustro, los gobernantes han logrado “hacer de lo ordinario, algo extraordinario”. Los yucatecos y quienes han llegado vivir a la entidad lo percibimos en obras, proyectos, infraestructura, crecimiento económico con nuevas inversiones, mayor turismo, menor pobreza, más apoyos a personas vulnerables en rubros de salud, educación, empleo y seguridad, además de un giro de 180 grados en la movilidad urbana. Todo se traduce en mejor calidad de vida.

Sí, Yucatán ha tenido un crecimiento y desarrollo vertiginoso, y quienes nos gobiernan sólo han hecho la tarea, lo que se esperaba de ellos; si puede parecer extraordinario, es porque es inevitable comparar sus logros con los de sus antecesores. Además, hoy hay una sinergia hacia un fin común: el bienestar de la población.

Con ello, nuestro Estado dejó de estar muy lejos –cómo se le veía desde el centro del país–, hoy se le conoce, se habla de él y se le visita, no sólo de todos los estados del país, sino también de varias naciones de donde antes no lo hacían. Incluso, Yucatán, Mérida y otros municipios han obtenido reconocimientos internacionales. Entonces, algo, más bien mucho, ha cambiado.

No obstante, hay que reconocer que este desarrollo y crecimiento sin precedente ha tenido un costo en términos de nuestro estilo de vida y costumbres provincianas, que nos causa cierta incertidumbre sobre el futuro de nuestro terruño: la densidad de la población en la capital yucateca ha obligado a extender la mancha urbana, además de un aumento exponencial en el número de vehículos. Esto incrementa los tiempos de traslado, pues los trayectos que antes nos llevaban 15 o 20 minutos, ahora los hacemos en 40 o 50 minutos; además, las zonas residenciales se alejan cada vez más del centro, y la migración demanda empleo, casas, servicios, educación, etc. Sin duda, grandes retos para los futuros gobernantes. 

Anexo "1"

CNDH, la otra cara de la moneda

El 23 de noviembre de 2022, en esta columna escribimos: “Hoy, el prestigio y reconocimiento de la CNDH ha venido a menos, pues sus acciones se conocen menos que sus omisiones o ausencias en asuntos o temas donde hay una presunta o flagrante violación a los derechos fundamentales y que requiere la actuación de esta defensoría del pueblo (…) Sus primeros presidentes supieron estar a la altura al presentar recomendaciones a dependencias de los tres niveles de Gobierno. No fue fácil el camino iniciado por el Dr. Jorge Carpizo McGregor (en su gestión se crearon los primeros programas de agravio a periodistas y defensores civiles de derechos humanos, personas desaparecidas, contra la tortura y de supervisión al sistema penitenciario). Sus sucesores fueron consolidando a la Comisión haciendo respetar sus fallos hasta convertir a la CNDH en un referente, incluso a nivel internacional” (https://bit.ly/3Tm46RX).

Bueno, pues el pasado miércoles, Rosario Piedra Ibarra (¿la conoce?) propusoante diputados y senadores que la CNDH sea eliminada junto con otros organismos autónomos, y se convierta en la Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo.Le fue “como en feria”, pues los legisladores de la oposición le acusaron de incumplir con su principal tarea, que es “poner límites al poder”. El senador Germán Martínez Cázares le dio una “tunda” para rematar: “Le queda grande la Comisión de los Derechos Humanos y le queda grande el recuerdo de su madre”.

Fue “la de ocho” de ayer.

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