‘El Señor vela con nosotros y por nosotros’

Primera Semana de Adviento. Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7; Sal. 79; 1Cor 1, 3-9; S Mc 13, 33-77

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Hoy es el primer domingo de Adviento, periodo en el que una de las recomendaciones de la Iglesia es acercarse a la confesión. Imagen de contexto. (Info7.mx)
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MÉRIDA, Yuc.- Reflexión introductoria: Iniciamos el tiempo de Adviento, por ello usamos los ornamentos morados, durante este ciclo litúrgico “B”, seguiremos la lectura del Evangelio escrito por San Marcos.

El Adviento es como una pedagogía de Nuestra Madre y Maestra la Iglesia para hacernos comprender que el sendero de la vida es como un caminar en cierta forma en la oscuridad y por lo mismo hay que permanecer atentos y vigilantes.

Y en esta peregrinación hacia la patria definitiva, es de gran importancia la fe, como lámpara encendida que ilumina el sendero de nuestra vida.

Debemos dejarnos guiar por la certeza de que el amor misericordioso y providente de Dios dirige nuestra vida, y que es necesario no “dormirnos”, al endurecer nuestro corazón y descuidar así la gozosa espera de su venida.

La Iglesia que nos educa a vivir estas cuatro semanas precedentes a la Navidad en un clima de fe, paciencia, oración y caridad, con gozo y gratitud.

I.- Is 63, 16-17. 19

Estamos leyendo los últimos capítulos de Isaías, y en ellos se nos presenta una lamentación colectiva, empapada de esperanza que brota de los recuerdos de los beneficios precedentes otorgados por Dios a su pueblo.
La labor del Profeta es levantar la esperanza e insistirles en que Dios permanece siempre fiel.
El párrafo es una oración penitencial, en la que el profeta reconoce que la situación que los agobia es debida a sus pecados.

En dos ocasiones se dirige a Dios como Padre, no con el tan profundo significado con el que Jesucristo enseñará a sus discípulos a dirigirse a Dios.

Así se plantea el gran cuestionamiento de que por una parte sabemos que “nada se mueve sin la voluntad de Dios” por otra sabemos  que el hombre es libre y puede hacer bueno y mal uso de su libertad.

Nos hacemos responsables de nuestros actos, y seremos premiados o castigados según nuestras acciones. El Señor no obliga, habla a su inteligencia, insinúa a su voluntad; pero siempre la decisión final es la respuesta libre del ser humano.

La expresión: “los cielos se van a rasgar, abrirse...” es lo que va a suceder con la llegada del Mesías:
En el salmo responsorial, el salmista suplica al Señor la restauración de su Patria, recuerda las dos imágenes más queridas para los Israelitas: Dios es el Pastor de Israel, Israel es la viña del Señor.

II.- 1Cor 1, 3-0

San Pablo llegó a Corinto a finales del año 50 d. de C., la segunda ciudad de Grecia en importancia. Era un foco de la cultura griega, donde chocaban corrientes diversas de pensamiento y religión, y relajamiento de costumbres.

Las dos cartas a los Corintios las escribe el apóstol desde Efeso entre los años 54-57.

El saludo que da Pablo al comenzar su carta, la Iglesia lo ha asumido para iniciar la Santa Misa.

Pasó 18 meses que permaneció formando esa comunidad en la enseñanza, evangelizándolos y organizando la estructura de la comunidad-nombrando y formando los Presbíteros y los Diáconos y todo ello traía entusiasmo y euforia.

Pablo les enseña que el don de Dios es para él fiel fuente de esperanza segura, Él nos sostendrá a lo largo de la vida, para conducirnos a la comunión total con el Hijo.

La fidelidad de Dios a su acción salvífica, motiva y fortalece la fidelidad del cristiano, en medio de las pruebas y dificultades de la vida cotidiana.

El itinerario cristiano en la continúa asimilación y profundización del misterio de Cristo. Pablo pedagógicamente lo dice:

  • Convivir con Cristo                              Rm 6.8
  • Con-sufrir, para ser glorificados        Rm 8. 17
  • Con-crucificados                                 Rm 6.6
  • Con-morir con Él                                 2 Cor 7.3
  • Con-sepultados con Él                      Rm 6. 4, Col 2, 12
  • Con-resurgir con Él                            Col 2, 12
  • Con participar a Su nueva vida        Col. 2. 13
  • Co-reunir con Él                                 2 Tim 2.12
  • Y ser coherederos                             Rm 8.17

Pero ante la ausencia del apóstol el ánimo empieza a decaer por ello les indica que aunque él no esté presente, tienen la presencia del mismo Jesús, Él –con su gracia- los hará permanecer irreprochables hasta el final.

III.- Mc 13, 33-37

La parábola que hemos escuchado en el Evangelio de hoy es una narración de espera y de movimiento. Pues aunque el Señor de aquella casa se fue, todos lo esperan en forma inminente.
La clave de la narración la da el verbo velar (vigilar), que se repite cuatro veces. La respuesta del servidor fiel es el permanecer en un estado de alerta, de vigilancia, de pronta disponibilidad, de amor operante y atento.

“Yo duermo, pero mi corazón vigila” (Cant. 5,2).

Debemos pues permanecer en una actitud responsable, “despiertos y sobrios” (1 Tes 5,6), es tiempo de despertar del sueño pues nuestra salvación está cerca” (Rm 13,11), en espíritu de oración (Lc 21,36; Ef 6, 18; Col 4, 2), resistiendo al mal (Ef 6,10; 1 Pe 5, 8; Rm 13, 11).

“La vida de un fiel cristiano no se desarrolla en fantasías, sueños y pasiones, sino en el compromiso vigilante y sobrio del corazón” dice muy bien. E. Luhmayer.

Nuestra espera no es como la del centinela, que lo que desea es que pase la noche y llegue la aurora, sino es como la de un hijo, que espera con ansia a su padre, para salir a su encuentro, abrazarlo y compartirle todas sus penas y problemas, sus gozos y realizaciones.

“El pasado es memoria del futuro” afirma Gabriel Marcel.

Por otra parte hermanos mañana 1 de diciembre celebraremos la Jornada Mundial del enfermo de VIH-Sida.

Las personas que viven con VIH/Sida van aumentando; la familia y la sociedad no están preparados para convivir con ellos: hay rechazo, aislamiento, marginación, soledad. 

El documento de América Latina llamado Aparecida por el lugar donde fue realizado el Sínodo, los Obispos dicen: “Consideramos de gran prioridad fomentar una pastoral con personas que viven con el VIH/Sida, que promueva el acompa¬ñamiento comprensivo, misericordioso y la defensa de los derechos de las personas infectadas; que implemente la información, promueva la educación y la prevención, con criterios éticos, princi-palmente entre las nuevas generaciones”. 

En Yucatán, en el albergue de la “Misericordia de Dios Padre” las hermanas Misioneras de Cristo Resucitado, realizan una incansable y fecunda labor al servicio y cuidado de estos hermanos nuestros con esta enfermedad.

IV.- Conclusiones

1. El Adviento, no son tan solo las cuatro semanas precedentes a la Navidad, sino un tiempo especial de gracia en el que debemos: Recordar el nacimiento de Cristo, pero en un sentido de “memoria” es decir, enlazando pasado, presente y futuro.

Cristo vino y se hizo hombre como nosotros y nos redimió; Cristo vendrá de nuevo al final de la vida de cada uno, y en el juicio universal; y está presente día a día guiando el acontecer humano, como “Señor de la Historia, y en su presencia salvífica a través de la gracia del Espíritu, el Evangelio y la Eucaristía”.

2. Será tiempo de preparación y esperanza, que nos llena de alegría, tiempo de examen y evaluación de nuestras vidas. Cada encuentro con el Señor, nos entrena y prepara para el encuentro definitivo con Él.

3. Debe ser una oportunidad para acercarnos al sacramento de la Confesión, como fruto de la virtud de la esperanza, y ante la proximidad de la Navidad, para acercarnos a Jesús que nace, con un corazón arrepentido, perdonado y purificado.

4. Es oportunidad de reiterar nuestro compromiso humano de búsqueda de justicia, apertura del corazón a las necesidades de los demás, de privarnos de tantas cosas superfluas, para aprender a compartirlas con los que tienen mayor necesidad.

5. La venida de Jesús, debe ser un verdadero encuentro transformador con Cristo. Él nos ha revelado ésa Paternidad misericordiosa de Dios pero que debe reflejarse en la exigencia personal y el compromiso social. “La fe en Cristo hace que la esperanza se vuelva certeza” (J.Moltmann).

6. Nuestra espera no es de miedo, ni tampoco de superficialidad, el bienestar, las diversiones, la banalidad, la vanidad, son como una red que aprisiona cerebro y corazón, debemos evaluar y rectificar nuestra vida, para llevar adelante lo que aprobamos y desechar lo que no. Debemos conservarnos en el Adviento de toda la vida: atentos, vigilantes y despiertos, y poder escuchar los pasos de Dios Padre que esperamos y nos espera.

7. Concluyamos con la oración colecta que bien nos recuerda: “Despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia para que puestos a su derecha el día del juicio, podamos entrar al Reino de los cielos”. Amén.

Mérida, Yuc., 30 de noviembre de 2014
† Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán

 

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