El día en el que Gilberto dañó a la Península de Yucatán

Hace 29 años el poderoso meteoro destruyó las poblaciones de la península yucateco.

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El buque Lady-C encalló en las playas de Chelem a consecuencia de los vientos de Gilberto. (Imágenes de archivo)
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MÉRIDA, Yuc.- Este jueves se cumplen 29 años de que la Península viviera uno de los fenómenos más catastróficos en su historia moderna: El huracán Gilberto.

Catalogado como uno de los huracanes más grandes y poderosos que se han presentado en el continente americano, el meteoro impactó en territorio peninsular del 14 al 17 de septiembre de 1988.

Sus ráfagas de viento presentaron velocidades extremas del orden de los 300 km/hr. y marejadas cuyas olas alcanzaron los 3 metros de cresta y 6 de amplitud, según un reporte del doctor Enrique Martínez Romero, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

(Imagen de Excélsior) 

Estas grandes olas penetraron sobre la costa casi 40 metros tierra adentro (en algunas zonas más), lo que provocó cuantiosos daños en la infraestructura de la costa peninsular: viviendas, comercios pavimentos, sembradíos, drenajes, infraestructura de la energía eléctrica, teléfonos, etcétera.

Un reporte presentado por Excélsior apunta a que Gilberto nació a las 20:30 horas del 10 de septiembre de 1988 en el Caribe oriental, a unos 200 kilómetros al sur de Puerto Rico, pero su gestación comenzó una semana antes, el 3 de septiembre, a miles de kilómetros en el Atlántico, cerca de la costa de África.


La fuerza del huracán Gilberto era evidente desde el satélite. 

 

Los titulares de los periódicos publicaron en aquellas fechas fotografías satelitales del meteoro, en el que se consignaba cómo el huracán Gilberto desató su estela de desolación en Jamaica.“Las autoridades esperaban que se desviara, tenían la última esperanza de que esto sucediera, pero no fue así debido a un área de alta presión que actuaba como invisible muro de contención”, relata el investigador Juan José Morales Barbosa, especializado en temas científicos de la península.

Pero el meteoro había rebasado con creces el nivel del grado 5, el más alto en la escala Saffir-Simpson. De acuerdo con especialistas del Centro Meteorológico de Mérida, a su extraordinaria violencia contribuyó el hecho de que durante las diez horas previas de su entrada a tierra su velocidad de avance disminuyó y pudo tomar mayores cantidades de energía térmica de las aguas.

Cancún e Isla Mujeres recibieron vientos del semicírculo derecho del huracán, los más violentos. Mérida y poblaciones vecinas, en cambio, quedaron en el semicírculo izquierdo, el de menor intensidad.

El miércoles 14 de septiembre, Gilberto ingresó al amanecer en las cercanías de Playa del Carmen, en Quintana Roo.

En Quintana Roo, las lanchas quedaron en las avenidas principales. 

Entre las cinco y seis de la tarde, Gilberto se había apoderado de Yucatán.

Unas 13 horas tardó el huracán en cruzar territorio peninsular en su trayecto oblicuo del Caribe al Golfo de México.

De ahí fue avanzando hacia el noroeste, a las 15:30 horas de la tarde, pasó por la zona de Tizimín, y a las 19:00 horas de la noche abandonó la costa para entrar al Golfo de México en las proximidades del puerto de Telchac.

Lo más cerca que llegó a estar el vórtice de la ciudad de Mérida, fue a 21:00 horas de la noche del miércoles 14 de septiembre de 1988, cuando se le ubicó a 73 kilómetros al noroeste del observatorio meteorológico de la capital yucateca, y la máxima intensidad de los vientos que la azotaron fue de 124 kilómetros por hora esa misma noche.

La desolación que dejó Gilberto en la Península era evidente.  
 

Cuando se pensaba que la amenaza para el país acabaría, el huracán volvió a tomar fuerza sobre el Golfo de México y se desplazó por segunda vez a tierras mexicanas, en esta ocasión fue Tamaulipas, el Estado que sintió la fuerza de un ciclón categoría 4.  Al menos 318 muertes, 202 de ellas en México, se le atribuyen a "Gilberto". Ese día Cancún perdió cientos de toneladas de arena de sus preciadas playas, consideradas las mejores del mundo. En Yucatán los daños fueron evidentes. Todavía se recuerdan las fotografías de cómo los barcos ingresaron a las playas y las casas veraniegas fueron destruidas. Los daños en el interior del estado eran incalculables. La destrucción se apreciaba en cualquier rincón del estado.

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