¿Inicio o remate?

Con tirahule, columna de Felipe Escalante: ¿Inicio o remate?

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¿ POR QUÉ EL REMATE? En un periódico peninsular vemos un título interesante: “Remate de Paseo de Montejo, sede de una exhibición”. Según sabemos, el mentado “remate” está al principio de la más importante avenida de Mérida.

El Diccionario define la voz “remate” como “fin o cabo, extremidad o conclusión de una cosa”. ¿Por qué, entonces, se llama a ese lugar el “remate” del Paseo de Montejo? La palabra correcta debe ser “inicio”, vocablo que, según el mismo lexicón, es el comienzo o principio.

Sin embargo, autoridades municipales y periodistas insisten de emplear una palabra con un uso distinto al que realmente tiene y llaman al lugar “el remate”. Y esta denominación permanecerá sin remedio en el habla de los yucatecos.

De esa manera emulamos a los paisanos de la Ciudad de México, quienes llaman “zócalo” a su Plaza Mayor. No haya, pues, celos al respecto.

La honda impaciente dirige el primer disparo de hoy a la impropiedad gramatical. Cae el “remate” y lo atesoramos en el morral.

ENTERRADOS EN LA TIERRA. En el mismo ejemplar del diario aparece el siguiente boletín: “Concurso familiar con guisos a base de cerdo pelón. Familias de distintas comunidades participaron en el concurso de platillos organizado por la Unidad de Proyectos Sociales de la Uady en Cantamayec, donde presentaron recetas tradicionales a base de cerdo pelón”.

Hasta ahí, todo bien, pero el reportero menciona a un organizador del concurso, quien destacó que los platillos se realizaron de manera tradicional, es decir, “enterrados en la tierra”. A ver, a ver, ¿cómo está eso? ¿Podrán enterrarse los guisos en el mar, en una nube, en el aire, o solamente se les puede enterrar en la tierra? Si el promotor de esa competencia gastronómica incurrió en tal dislate, el periodista debió corregir esa expresión, para beneficio de sus lectores. Y si el propio reportero fue el que escribió esa redundancia, él es responsable de usar palabras innecesarias para comprender la frase.

Nueva aparición de la resortera. Una certera pedrada fulmina al pleonasmo y la buchaca recibe el segundo gazapo.

¿QUIÉN ATRAVESÓ? Ahora nos vamos a la nota roja: El reportaje nos cuenta de las peripecias del guiador de un vehículo automotor. El hombre perdió el control del volante y “el vehículo se estrelló de frente con el muro de contención que atravesó la camioneta”. Aquí tenemos una falta de claridad en la redacción. En esa información se utilizan voces que dan lugar a más de una interpretación: ¿El muro atravesó la camioneta, o fue la camioneta la que atravesó el muro?

El tirahule no pierde el tiempo. Cargada con varios pedruscos, nuestra arma envía una mortal descarga hacia la anfibología. El gazapo es derribado y el sabucán queda totalmente lleno.

Hasta el próximo tirahulazo. 

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