Inspectores de la DTEY 'brillan por su ausencia'
Los usuarios del transporte público enfrentan entre otros riesgos, el de perder su ruta.
Mérida, Yuc.- Una imagen común que se observa a diario por la noche, principalmente en el primer cuadro de la ciudad, es el ir y venir, a paso rápido, de desesperados usuarios para que no los deje el transporte público para regresar a casa, una vez cumplido con el trabajo o la escuela.
Esta situación se da mayormente poco antes de las 22 horas y conforme avanza el tiempo, aproximándose la medianoche, se va convirtiendo en un calvario para miles de usuarios que tienen que lidiar con situaciones como la disminución de unidades, el no respetar los horarios de salida o amontonamiento de gente.
Además de estos inconvenientes, la situación se puede tornar más complicada y peligrosa, especialmente para mujeres, si se le suma que algunos paraderos están cerca de bares y cantinas, y con poca iluminación.
También te puede interesar: Empresa yucateca planea cultivar vainilla en Yucatán
En un recorrido para constatar el servicio nocturno del servicio de transporte público realizado por los distintos paraderos, que comenzó poco antes de las 10 de la noche y culminó pasada la medianoche, la gran mayoría de los usuarios coincidieron en que debería haber un mejor control y que se respeten los horarios.
Una vez que dan las 10 de la noche, el servicio disminuye a la mitad, hay que estar corriendo.
Si no se alcanza el camión de las 10 de la noche, hay que esperar hasta que “pegue” el de las 10:30, el cual muchas veces no sale a su hora, se queda hasta unos 15 minutos más, comenta Desiré López, quien trabaja en Plaza Galerías, de donde sale a las 21 horas.
“Tengo que salir rápido del trabajo e ir corriendo al paradero de Polígono 108 esperando llegar antes de las 10, si por algún motivo me retraso o el camión sale antes llegó a mi casa hasta las 11”, comenta la joven.
Al igual que ella, en esta espera, además de la paciencia que se tiene que tener, se topan con otros inconvenientes, principalmente con los que tienen sus paraderos cercanos a las cantinas, los cuales son bastantes.
Además del temor de que puedan faltarle al respecto, también tienen que lidiar con los bochornosos espectáculos de personas ebrias haciendo sus necesidades fisiológicas en la calle o de otros buscando pelea.
“Afortunadamente pasan constantemente patrullas de la policía municipal, pero el mal momento nadie te lo quita”, dice otra muchacha, a la que en un par de ocasiones personas ebrias han intentado manosear cuando tiene que pasar por el mercado al dirigirse por su autobús, el de 54 Zazil-ha Villa Bonita, que para en la 69 con 56 y 54, cerca del ex “Chetumalito’.
Varios de los usuarios insistieron en que es necesario que los inspectores de la Dirección de Transporte Público (DTEY) y los checadores hagan cumplir a los operadores, pues así como hay algunos que se adelantan otros se retrasan bastante.
De hecho, esta situación es más notoria cuando ya no hay checadores y especialmente después de la las 11 de la noche, cuando igual ya no quedan inspectores, que también se van a toda prisa para que no los deje su camión.
Precisamente esa falta de cumplimiento en los horarios ocasiona a diario que mucha gente, al llegar a su paradero apenas unos cuantos minutos después de pasada la medianoche, ya no alcance el camión, y por ello hay voces que piden que se extienda un poco más el último servicio, disponiendo de una última salida que podría ser a las 24:30 o una de la mañana.
‘Ya no es lo mismo esta ciudad que hace 15 ó 20 años en que después de las 12 de la noche ya todo se acabó. Hay mucha gente que salimos de trabajar muy tarde”, señala José Cocom, quien es mesero en un restaurante de un hotel cerca del centro.
De hecho, se pudo corroborar que los últimos camiones que salen a las 12 de la noche van con mucha gente, sin importar la ruta.
‘En mí caso ya me acostumbré a irme caminando a mi casa, pues siempre me deja el camión”, agrega Moisés Pech, quien acompañaba a Cocom, y cuyo domicilio se encuentra en la Unidad Morelos.
Y precisamente ante la cantidad de usuarios que se quedan sin transporte, es común observar a taxistas circulando frecuentemente por los paraderos.