Ken Kesey y la psicodelia
Rodrigo Ordoñez: Ken Kesey y la psicodelia
Cuando nació el movimiento hippie en Estados Unidos en los años sesenta, hubo una conexión con el consumo de las drogas alucinógenas, como en el caso de la mariguana o las drogas psicodélicas, las cuales no tenían un fin recreativo en sí mismo, sino que apuntaban más a alcanzar un grado de comunión con la naturaleza o estaban relacionados a una inclinación religiosa, en ambos casos se trataba de encontrar un modo de ver otra realidad dentro del mundo, más con el hecho de que apenas unas décadas atrás había acabado la Segunda Guerra Mundial y aún persistía el conflicto de la Guerra Fría y Vietnam.
Uno de los que incursionaron en este mundo fue el escritor Ken Kesey, quien se interesó por las drogas psicodélicas cuando estaba en la universidad y se enteró que en el Hospital de los Veteranos de Menlo Park pagaban 75 dólares por probar drogas experimentales, como en este caso fue el LSD. Este contacto con una realidad diferente, que mantenía fragmentada su mente en varios matices de color y sensaciones, permitieron que Kesey terminará de delinear su novela Uno voló sobre el nido del cuco, que fue un éxito de ventas y entre los críticos de literatura.
La novela fue adaptada para obras de teatro y en el cine, llegó a México bajo el título de Atrapados sin Salida con una recepción enorme.
La novela trata de un manicomio que representaba la naturaleza opresiva del sistema, motivo por el cual, muchos de los jóvenes se identificaron con ella, más en México que el sistema político y los valores estrictos familiares mantenían un control muy estricto sobre qué debían hacer, cómo vestirse o cuál era el futuro al que debían aspirar. Además, el protagonista, McMurphy, era el arquetipo de héroe que impulsó la contracultura, a quien se le revistió de muchas de sus características cuando el autor describió a detalle los procesos a los que era sometido, por esa razón, voluntariamente Kesey se sometió a una terapia de electrochoques para saber cómo se sentía el procedimiento.
Aunque este primer libro logró consagrarlo como escritor en esa época, no le resultó del todo satisfactorio, por esa razón escribió otra novela llamada A veces una gran idea, que tuvo una interesante recepción crítica y adaptaciones en teatro y cine, dejó de escribir después de ella. Al parecer ya no le resultó tan interesante como los viajes de LSD que emprendía, sólo hasta los años ochenta escribió otra novela titulada The Demon Box. Resumió esta ausencia literaria con su postulada que manejaba desde 1964: escribir era una forma de expresión artificial y anticuada.
En 1963 Kesey estableció lo que sería conocida como la primera comuna del movimiento hippie, siendo un terreno en La Honda, en las afueras de San Francisco, donde muchos de los escritores del movimiento Beatnik arribaron. Sin duda fue un tiempo en donde la literatura estaba plasmada de sueños, pasajes ocultos que escondemos en la mente, no como ahora, que al dormir el inconsciente nos traiciona lanzándonos de vuelta al pasado que, en teoría, ya habíamos superado.