La composición
El Poder de la Pluma
Todos necesitamos de alguien que nos salve. Alguien que sin saberlo pueda urdir en su mente esas palabras mágicas que serán el alivio de nuestras circunstancias, o incluso, de nuestras vidas. A veces son papá o mamá quienes con esa mirada global pueden deshacer todo el conflicto enredado entre hilos filosos y obscuros que no permiten que la claridad llegue hasta nosotros.
Algunas “salvadas” son fortuitas; no sabemos cómo funciona el universo de la buena suerte, pero ahí estamos en medio de acciones que se tornan a nuestro favor. Hay agentes que son nuestros aliados, que anticipan los conflictos que nos rodean, y entre una complicidad tímida, nos salvan. En “La composición”, cuento largo del autor chileno Antonio Skármeta, estamos frente a una historia que a modo de factores delicados combina la dictadura militar, la resistencia social chilena y, sobre todo, la inteligencia e inocencia infantil. Se trata entonces de una mezcla narrativa que promete empatía por las injusticias que no vivimos, pero que podemos entender.
Pedro, de aproximadamente ocho años, ama jugar al futbol tanto como ama a sus padres. Ellos viven en un barrio sin nombre donde parte del paisaje cotidiano se adorna de casitas humildes, niños futboleros de su misma edad, camiones militares y hombres y mujeres disfrazados de "ideas aceptables”.
Pedro comienza a notar que todas las noches sus padres escuchan la radio con sigilo y con un volumen cada vez más bajo. Su curiosidad llega hasta dar con que probablemente sus padres están en contra de la dictadura. Lo sabe porque desde su pequeña esfera ha relacionado sus reacciones ante los levantones de otros padres de familia, y sobre todo, la falta de información que le han dado. Hay temas que no se hablan.
En la escuela, un militar llega para premiar al niño que escriba la composición más hermosa y exacta que describa qué hacen sus padres todas las noches. Pedro obedece, pero sus alarmas personales ya comienzan a encenderse. Escribe la composición, la entrega y espera ser el ganador. Durante la cena cuenta a sus padres qué ha ocurrido semanas atrás; habla de la composición, preguntando si quisieran escucharla en voz alta. Ellos, temerosos, dicen que sí.
Pedro narra cómo todas las noches sus padres cenan juntos y juegan ajedrez hasta que es la hora de dormir. Sabemos, como lectores, que ese ajedrez es la radio de la resistencia; Pedro ha sabido evitar el peligro. ¿Alguna vez te ha salvado la inocencia de un niño?