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Hay obras que nos rebasan, que parecen haber cumplido su ciclo y regresan con más fuerza. “Después del eclipse” es una que estrené en Mérida hace más de cinco años. Es una obra escrita a partir de un hecho real.

En Yucatán es muy común visitar a los lectores de cartas, los curanderos de los malos vientos, los que hacen ceremonias para las milpas y limpias para las maldades que otros nos han hecho. En mi caso, desde pequeña me acostumbraron a visitar “hermanas” que te hacían las limpias y predecían el futuro. Mi mamá era fanática de estos encuentros, siempre había un nuevo “hechicero” que visitar. Los aromas a incienso, las velas encendidas junto a retratos, cintas, machetes, maíces, agua y una infinidad de objetos rituales poblaron de imágenes mi infancia.

Al principio, la presión materna me obligaba a creer que aquello era sagrado y cierto. Pero crecí y descubrí que había mucha charlatanería y abuso en algunos de aquellos que se hacían nombrar como “elegidos de los dioses”.

Yo he sido testigo de la sabiduría, de la magia, del poder de la herbolaria y los rituales, pero también he sido testigo del abuso y el robo de los charlatanes. El robo que más me duele es el de la buena fe de las personas que necesitan creer en algo o en alguien, sin saber que ese alguien se puede convertir en su peor enemigo. “Si los Dioses existen, no se ocupan para nada de los hombres”.

Entonces, ¿por qué hombres y mujeres nos preocupamos La cuerda entre la tierra y el cielo Yo he sido testigo de la sabiduría, de la magia, del poder de la herbolaria y los rituales, pero también he sido testigo del abuso y el robo de los charlatanes por ellos? ¿Hasta dónde somos capaces de llegar en aras de la fe?. “Pobre gente, la gente, que en nombre de su Dios mata a otra gente”, dice Liliana Felipe.

Los antiguos dioses sufrían de gula por el corazón de los hombres y la virginidad de las doncellas, ellos pedían sacrificios y muerte. ¿Cómo serían estos tiempos si nos siguiéramos rigiendo por aquello que marcaban los dioses? Esta obra busca denunciar un caso impune e invita a revisar la ley de usos y costumbres, esa que en algunas comunidades solapa crímenes, abusos y una infinidad de delitos graves, porque a decir de las autoridades “así arreglan sus cosas los indios”.

Estaremos en cartelera del 8 de noviembre al 1 de diciembre. De viernes a domingo, en el teatro Benito Juárez. Con las actuaciones de Javier Ibargüengoitia, Dunia Alexandra, Cecile Zepol, Susi Estrada, Hugo Rocha, Oswaldo Ferrer y yo. Dicen que antiguamente una cuerda atravesaba del cielo a la tierra, por esa cuerda subían los hombres a hablar con los dioses, tanto subieron y tanto bajaron que la cuerda se rompió y los hombres aprendieron a resolver sus problemas por sí mismos, confiando que algo de dioses había en ellos. Hacemos esta obra porque creemos que los hombres deben recordar su cualidad de dioses: de dar vida y dar muerte. Si los dioses aún están ahí y nos escuchan, les pedimos que nos manden una tormenta que sacuda a los impunes, una lluvia limpia que lave todas las heridas y nos ayude con su rúbrica caída a llorar un poco a los muertos que nunca fueron abrazados por la justicia.

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