La economía mundial en una hamburguesa
Aída López: La economía mundial en una hamburguesa
Pareciera un chiste que la medición de la economía global esté regida por una hamburguesa y no es precisamente por su forma redonda como la del globo terráqueo, sino por el costo que tiene una en particular: la Big Mac inventada en 1967, que se vende en cada una de las treinta y seis mil plazas en donde tiene presencia la cadena McDonald’s. Y es que aunque suene a chascarrillo, las cifras que arroja son más serias de lo que se cree. La Big Mac es el termómetro que alerta respecto a la situación económica de un país, debido a que mide la inflación, la devaluación o infravaloración y hasta el poder adquisitivo de usted y mío. O sea, ¿cuántas Big Mac puedes comprar al día con tu salario diario?
Desde 1986 la revista The Economist creó un indicador, el Big Mac Index, que toma como base la hamburguesa doble carne y doble queso Cheddar, ya que su precio varía de un país a otro y este frente al dólar es determinante para generar confianza o desconfianza en la economía de una nación. Según datos, el índice se basa en la teoría de “Paridad de Poder Adquisitivo” (PPA) creado por el economista sueco Gustav Casel, quien sostenía que la alineación de una moneda con otra debe de proporcionar los mismos insumos independientemente con cual se pague. En el caso de la Big Mac esto no sucede, ya que quienes han viajado y se han comido una habrán notado que el precio es distinto al de su ciudad de origen. Dato curioso es que en la India la Big Mac es de pollo debido a que las vacas son sagradas y por lo tanto no pueden sacrificarse; su precio es de 1.86 de dólar, uno de los más bajos.
En la tabla se pueden apreciar los costos en dólares para 2022. Mientras que en Estados Unidos las 257 calorías de una Big Mac cuestan 5.81, en México se puede comer una por 3.34. El precio más bajo lo tiene Rusia con 1.74 de dólar, sin embargo donde es más costosa es en Nueva Zelanda a 4.60. De lo anterior se desprende que la moneda más devaluada en América Latina frente al dólar es el peso colombiano en 43 por ciento al que sigue, en segundo lugar, el peso mexicano en 42.5 por ciento. Si bien la cadena alimentaria tiene como política consumir insumos locales con la idea de no encarecer su menú, lo que se paga no depende en buena medida de ello, sino a la bonanza de las finanzas del país.
Sin duda, de frente a esta información degustar una Big Mac cambiará nuestra experiencia cuando nos la llevemos a la boca, ya que además de saciar el antojo o el hambre, el costo de su sabor es reflejo de políticas económicas de cada gobierno y aunque sus detractores argumentan que no es una alimentación sana, sí refleja la sanidad económica de un país.