La impactante destrucción del legado maya
Gínder Peraza: La impactante destrucción del legado maya
Si usted recorre la carretera que va de Escárcega, Campeche, a Chetumal, Quintana Roo, es probable que se vea obligado a hacer una parada en la impresionante zona arqueológica maya de Edzná, entre cuyas maravillas figuran unos bajorrelieves de estuco ante los cuales no podemos más que convencernos de que esa cultura peninsular, famosa en todo el mundo, alcanzó en ciertas áreas del arte niveles que pocos pueblos llegaron siquiera a vislumbrar.
Además, nosotros quedamos boquiabiertos cuanto notamos que cada 200, 500 ó mil metros había, a un lado u otro de esa vía, letreros frutos de un proyecto para confirmar que la zona estuvo densamente poblada, y que ahí había todavía vestigios de la citada cultura precolombina dignos de ser incluidos en eventuales trabajo de rescate.
Ya de paseo dentro de Edzná no era necesario ser un científico para imaginarse lo impresionante que debió haber sido esa ciudad cuando estaba en plenitud. Haga un pequeño ejercicio y visualice la riqueza de los productos u obras que podían exhibir o llevar a Edzná residentes y visitantes que venían de lejanos puntos.
Todo lo que podamos decirle aquí seguramente palidecería ante la realidad que fue el mundo maya. Por eso, los que tienen así sea una pequeña conciencia de lo que fue, hizo o alcanzó ese pueblo mesoamericano no pueden sentirse menos que horrorizados al observar la forma en que, como parte de los trabajos para convertir en realidad el proyecto del tren maya, es destruido el legado de arte y cultura que dejaron los mayas, y que seguramente acabará dentro de cajones de madera o cajas de cartón en las bodegas de algún museo, eso sí, debidamente ordenado de la A a la Z.
La oferta informativa de hoy incluía temas tan interesantes como la aprobación de la Ley de Derechos de 2023, o el duro frenazo a la recuperación económica del país que significaron los retrocesos en los servicios y la industria que reportó el Inegi para el tercer trimestre de este año. La fantasía de un crecimiento nacional anual de 3% –una posibilidad que ni siquiera el Banco de México ve factible– se ha mezclado en la mente de una mayoría dictatorial en la Cámara de Diputados con una inflación de casi 10% y un desaliento inducido en el ánimo de los inversionistas del sector privado, para llevarnos a un escenario que a más de uno volverá loco cuando las campanas toquen a muerto en las vísperas del 2 de junio de 2024.
Ya tendremos, esperamos, tiempo y espacio para analizar el impacto que tendrá en nuestra vida cotidiana la mezcla de esos ominosos vaticinios.
Por lo pronto, el viernes pasado tuvimos una clara advertencia del presidente Andrés Manuel López dirigida contra los que vienen de “Malolandia” y juegan en su contra: Sigan votando en el Congreso contra la Defensa Nacional y la Marina, a ver quién los salva luego de los balazos en la calle. ¡Cáspita!