México, la sala de espera
Aída López: México, la sala de espera.
Hace unos días se acabó la esperanza de miles de migrantes que esperaban ansiosos el 23 de mayo, fecha en la que el Título 42 sería derogado por el presidente de los Estados Unidos y con esto la posibilidad de solicitar asilo político, terminando con la pesadilla de dos años cuando se les comenzó a negar la entrada por razones sanitarias. La ilusión anidada en territorio mexicano de seguir su sueño quedó truncada, ante el fallo de un tribunal.
Geografía es destino. Ciudad Juárez, Tijuana, Nogales y Mexicali son la sala de espera de centroamericanos que no son bienvenidos. Patrullas fronterizas de ambos países no amainan la bravura de mujeres, hombres y niños que atraviesan el Río Bravo, confrontan a la naturaleza más benévola que la especie humana que olvida que el mestizaje devino en portentosas culturas. Desafían las aguas corrientes, pero en cuanto pisan territorio americano son devueltos de inmediato por donde llegaron, sin posibilidad de que su caso sea considerado por un juez para un potencial asilo, a diferencia de los ucranianos acogidos sin controversia. Asociaciones de ayuda humanitaria repudian la medida al considerarla arbitraria y racista, ya que igual pueden ser portadores. Las enfermedades no tienen abolengo ni clase.
En política la forma es fondo. Si bien el Título 42 se creó en 1944 como política sanitaria, en los actuales tiempos electorales se ha convertido en una política migratoria, ya que con el pretexto de que las personas pueden introducir enfermedades de sus países, se les niega la entrada, lo que ha politizado el tema. La medida de contención ha deportado cerca de dos millones de personas en un período de dos años, afectando al territorio mexicano que tiene la política de brazos abiertos, aunque esas extremidades no sean las anheladas por quienes han optado avanzar en busca de mejores condiciones de vida.
Si en el pasado el nomadismo sirvió para preservar la especie en ambientes en donde la naturaleza ofrecía mejores posibilidades de sobrevivencia, en la actualidad la estructura socio-política es la motivación para trasladarse. El instinto de conservación los hace huir del hambre y de la inseguridad de su territorio, razones legítimas para los grupos que reprueban que se les cierren las fronteras cuando están en riesgo sus vidas.
El fenómeno migratorio parece no tener solución. México es el jamón del sándwich y el “responsable” de contener, desde su frontera sur, a quienes osan intentar traspasarla. A pesar de que las condiciones de vida en Méxicono son las óptimas, muchos se conforman cuando en los suyos son peores. La desigualdad social es la principal causa, no hay manera de lograr que en todo el continente se alcancen entornos satisfactorios que disuadan la intención de abandonar la patria. Lo que queda claro es que ser europeo es un activo para la supremacía de nuestros vecinos.
Algún día el Título 42 ya no podrá justificarse bajo la emergencia sanitaria, sin embargo, esto no impedirá nuevas estrategias para frenar las oleadas humanas.