Garbanzo de a libra
Aída López: Garbanzo de a libra
Reza el adagio que el tiempo vale oro y no hay mayor expresión de amor el que alguien regale de su oro a los demás. En momentos en lo que todo se materializa y se cuantifica monetariamente, encontrar a alguien que generosamente regale de su tiempo por un ideal es garbanzo de a libra.
Lo conocí en la extinta Escuela de Escritores Leopoldo Peniche Vallado, fue mi maestro y quien sembró ideas que ahora con sorna comentamos. Víctor Garduño Centeno el primer día de clase de Cuento I nos dijo que a partir de ese momento comenzaríamos a vivir con y por el Cuento: “Pueden dejar el Cuento cuando tengan algo que hacer… van al súper y regresan al Cuento, van con el novio o la novia y regresan al Cuento, pueden ir a trabajar, a pasear, pero regresan al Cuento…, solo ustedes saben que viven en el Cuento…”. Esa idea se fijó en mi mente y en mi memoria, ¿cómo sería vivir en el Cuento? Cada vez que realizaba algo distinto a leer o escribir Cuento pensaba que eran compromisos ineludibles que tenía que cumplir, pero que mi vida era el Cuento. Ahora que dedico gran parte del día a la escritura Víctor dice divertido: “me hiciste caso”
Durante las clases de Cuento I y II conocí no solo al mentor, sino a la persona, supe que su mayor anhelo era jubilarse de la docencia para dirigir un Taller de Cuento y esa ilusión lo mantenía. Es difícil separar a la persona de su ideal, con seguridad quien mencione a Víctor Garduño inmediatamente lo asociará al género literario y a su Taller Hipogeo del cual formé parte algunos años. El que tenga aspiraciones como cuentistaseguro ha estado en esas reuniones de los martes a las seis de la tarde que vienen realizándose desde hace ocho años de manera ininterrumpida. Con el tiempo el taller se ha consolidado y aumentado sus integrantes que ya suman más de una treintena.
Víctor es ejemplo de que con voluntad se pueden alcanzar los sueños, sin contar con local propio y de manera gratuita está haciendo escuela. Sus integrantes asisten voluntariamente cuando tienen un texto que desean revisar o simplemente participar con sugerencias para quien lo lleva, tienen la oportunidad de publicar en colecciones del Taller y de convivir más allá de la formalidad en amenas tertulias, broche de oro con el que cierran en algún café cercano a la Biblioteca Central donde sesionan actualmente.
En los matrimonios llegar a los ocho años es muestra de fortalecimiento, significa que dos metales, el cobre y el estaño, se han amalgamado para crear uno más fuerte: el bronce. Víctor e Hipogeo brindan una oportunidad única en el Estado.
El ocho es el número del infinito, el de la buena suerte en la cultura china. Víctor, que estos ocho años se multipliquen infinitamente y tengamos Hipogeo por largo tiempo.