La patología política

Columna de Aída López: La patología política

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Aristóteles en su obra le dio un lugar importante a los problemas del Gobierno, a lo largo de su vida sus reflexiones estuvieron centradas tanto a los textos literarios para la divulgación que él mismo editó, como por sus exposiciones acerca del tema en el Liceo las cuales se enriquecieron con los debates.

El corpus de Política conformado de varios libros, es la memoria de esas reflexiones que fue modificándose según los momentos históricos.

Discípulo de Platón y tutor de Alejandro Magno se interesó, entre otros temas, por las patologías políticas, esto es, por las causas que llevan a las revoluciones o de los cambios institucionales, destacando las tres cualidades que debe poseer el hombre de Estado: lealtad al régimen establecido, gran capacidad para los asuntos de la administración y virtud y justicia apropiadas a la constitución en vigor.

Si bien todos los regímenes pugnan por la justicia y la igualdad proporcional, ningún modelo político las alcanza, de ahí la inconformidad social.

El origen de la democracia fue la creencia de que la igualdad en un aspecto es la igualdad absoluta y que la oligarquía desigual en un punto lo es en todo. La idea de absolutismo es lo que ocasiona esta confusión, pues los iguales exigen participar en todo en igualdad; y la contraparte, la oligarquía, considerándose desiguales, quieran tener más. En este contexto todos tenemos cierta justicia, pero el error está en el punto de vista absoluto.

La falta de claridad de los conceptos ha sido la motivación de disensiones históricas. Para iluminar la idea, Aristóteles introduce el criterio de la igualdad numérica o aritmética (cuantitativa) basada en el número de la que se vale la democracia en contraposición a la igualdad según al mérito basada en la proporción (cualitativa).

Para comprender los dos tipos de igualdades cito del libro Política: “…numéricamente, tres excede a dos y dos a uno en igual cantidad, y proporcionalmente cuatro sobre dos es igual que dos sobre uno, pues igual fracción es dos de cuatro y dos de uno, en ambos casos es la mitad. Y aunque todos están de acuerdo en que lo absolutamente justo es la igualdad según el mérito, disienten, los unos porque, si son iguales en un aspecto, creen ser completamente iguales, y los otros porque, si son desiguales en algún aspecto reclaman para sí la desigualdad en todo”.

La patología política tiene su fundamento en el principio erróneo acerca de la igualdad. Lo ideal para Aristóteles es gobernar con los dos tipos de igualdades: algunas con el número y otras con el mérito, pues la prosperidad excesiva de un sector causa malestar.

El filósofo para remediar la inconformidad pondera los contrapesos y la importancia de aumentar la clase media, donde los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres. La mejor ciudad es la que es feliz y próspera. La belleza, la justicia y la prudencia de la ciudad tienen la misma forma de las virtudes del hombre justo, prudente y moderado.

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