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Ya he perdido la cuenta de los años en los que he tenido la dicha de compartir cada domingo “La magia de la vida” con ustedes. Hacer memorias de ello me es muy grato, en especial en las vísperas del día del mago, que se celebra cada 31 de enero.

En este domingo quiero contarles que mi sueño más grande es un día convertirme en un mago de verdad, no de los que tienen varitas de madera y aparecen palomas y conejos, eso ya lo he hecho, sino de aquellos que transforman vidas por medio de la propia, de sus actos y sus palabras.

Tengo el sueño de que un día existan más personas que también quieran convertirse en magos y juntos crear el efecto más maravilloso de todos, la trascendencia, el mejor truco de magia, puesto que se trata del arma para ser inmortal dejando huella en la vida de los demás.

La premisa es lógica, si todos fuéramos magos, tendríamos un mundo mágico. Convertirse en verdadero mago no es nada fácil, es mi lucha constante que me presenta impresionantes obstáculos que te tiran de bruces al piso. Pero lo bueno de estar abajo es que siempre queda ir arriba.

Para ser mago necesitas de muchos trucos, los cuales he presentado semana a semana en esta columna, aunque para mí, la magia más fascinante de las que les he escrito es sin duda la vida: esa película que tenemos que vivir, disfrutar o sufrir día con día. Esa película que a veces es de fantasía, ilusión, terror, tragedia o incluso ciencia ficción.

Para ser mago se requiere también de una varita mágica poderosa a la cual llamo amor, esa que transforma cualquier cosa en lo que quieras, pues quien tiene amor todo puede lograr. Los magos también usan polvos mágicos y sin duda el perdón es uno de ellos. Se trata de un polvo difícil de emplear, pues de la lengua para afuera decir que perdonas es simple, pero hacia adentro es costoso, en especial cuando requieres perdonarte a ti mismo.

Para ser mago también necesitas de la paciencia, pues los mejores shows llegan a su tiempo, solamente hay que saber tomar las oportunidades que la vida te proponga o, por otro lado, saber cuáles oportunidades hay que dejar ir. Un mago es soñador, es creativo, cree en la fantasía, pero también en el poder de la verdad. Un mago es temeroso, pero sabe enfrentar sus miedos, eso lo convierte entonces en una persona valiente, pues quien obtiene ese mágico poder no tiene miedo de luchar por lo que desea aunque reciba una que otra respuesta negativa.

Los magos están bien locos, de una locura que no tiene cura, así que bien, le hago la invitación, amigo lector, a que se vuelva un mago que haga del mundo su manicomio, a que compartamos los mejores trucos para crear sonrisas, para generar vidas fantásticas, para alcanzar cualquier meta que nos propongamos. ¡Feliz día del mago a todos los que llevan la magia en el corazón y a quienes tienen el mismo sueño que yo, la locura por ser y hacer magia!

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