|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Pueden llamarme ignorante, quizá porque sea hombre, pero es curioso un patrón que he observado en las consultas de psicoterapia que le doy a mujeres. Aunque esto no se da en todos los casos, es un comentario común que no puedo dejarlo pasar y abiertamente platicarlo, pues se quejan de que “mi esposo tiene mamitis”.

Es chistoso, puesto que los hombres no tienden a llegar a terapia refiriendo que su pareja tiene papitis o mamitis, sin embargo es algo muy frecuente en especial en mujeres jóvenes aunque se presenta incluso en las más experimentadas.

La mamitis es, según el conocimiento popular, la adicción a la mamá. Las esposas se quejan que su marido pasa más tiempo con su madre que con ella o que le cuenta todo lo que le ocurre en su vida. Dicen que su esposo tiene mamitis también cuando sienten que no son prioridad, sino que su mamá lo está siendo y toman las decisiones de su vida contemplando primero a su madre antes que a cualquier persona.

La pregunta del millón es: ¿tiene esto algo de malo?, ¿quién va primero?, ¿mamá o esposa? La respuesta la daré más adelante, pero adelanto que las emociones tienden a dirigirse hacia quien te dio la vida, te protegió y cuidó. Mucho se habla del rol de la mujer, pero poco del que tiene el hombre, el cual dentro de una cultura machista se le ha dicho que tiene que ser el defensor de la casa, proveedor y trabajador.

Al hombre, bajo su rol, se le pide ocultar sentimientos para parecer más fuerte, hacerse invencible. Entonces, como es lo que suele la sociedad esperar, el hombre expresa sus emociones más profundas y tiende a buscar la protección y seguridad, misma que encuentra en mamá, quien es para muchos el espacio seguro, tanto que, la mayoría de los hombres buscan inconscientemente a una esposa que se parezca a su madre, buscando ese mismo lugar de protección.

Recuerda: a lo que te da seguridad siempre quieres volver, por ello, muchos hombres regresan a mamá cuando la seguridad no la encuentran en casa. Eso no quiere decir que la esposa sea mala, simplemente connota que el hombre coloca una coraza en casa que sólo se abre en su lugar seguro: mamá. Entonces, si estar con mamá genera seguridad emocional, la mamitis es positiva, lo que no es positivo es que la madre esté en primer lugar.

El amor a una madre tiende a ser innato, el amor a una pareja es uno elegido, seleccionamos a la pareja, no a la mamá. Entonces, el amor a una madre es más fácil, es usualmente quien más te conoce, trae una responsabilidad afectiva desde que naciste, es un amor incondicional. La esposa no. Nuestra pareja es un amor que se trabaja todos los días, es un amor que requiere de sacrificio, entrega y mucha responsabilidad.

Está condicionado al respeto, a la fidelidad y a la comunicación. Es un amor que mal llevado se termina, pero que bien cuidado se vuelve eterno. Mamá, por desgracia, un día se irá y nos quedaremos únicamente con nuestra pareja, por tanto, si priorizaste a tu madre antes que a tu esposa y por ello no trabajaste en el amor de pareja, cuando tu madre no esté, de verdad habrás perdido todo lugar seguro.

La prioridad es lo que más trabajo cuesta y lo que más deseas para el mañana. Si tu esposo tiene mamitis puedes corregirlo, conviértete en su lugar seguro: háblale, cuéntale lo que has aprendido en este artículo y trabaja en equipo para crear ese espacio de comprensión y apoyo que juntos formarán para la eternidad. Nuestra pareja tiene que ser el primer lugar, es nuestro presente y nuestro mañana, sino ¿para qué la elegimos?

Lo más leído

skeleton





skeleton