Ciegos hasta ahora
Columna de David R. Ojeda Correa: Ciegos hasta ahora
Han pasado unos días desde el accidental y trágico suceso en donde falleció Íker, un niño aparentemente víctima de trata y, por fin, los medios de comunicación empiezan a correr la voz para hablar de este terrible problema que tanto habíamos callado (Gobierno, medios y sociedad) y del cual las autoridades se hacían de la vista gorda.
Ahora sí nos enteramos de una muerte que hace ruido porque ocurrió en una zona de la alta sociedad, pero no han hecho ruido las otras muertes y violaciones que otros niños como estos sufren constantemente y del permisible abuso que como sociedad generamos al seguir, muchas veces de manera inconsciente, apoyando, bajo el concepto de caridad y de “no vaya a ser que sea real”. Muchos hemos visto a estas supuestas chiapanecas con niños a cuestas que están “dormidos” como si un niño pudiera dormir con el Sol y calor que hace en nuestro Estado, o como si el ruido de los coches no los despertase.
También hemos visto a aquellos niños y niñas que nos quieren vender rosas y que si no les compras tratan de convencerte diciendo que tienen hambre, puede que así sea, ¡quién sabe!, lo que sí es real es que tienen a una persona que en la otra esquina los vigila.
Si bien, el punto no es señalar culpables o de criticar a quienes les han comprado a esas “chiapanecas” o les han dado “caridad”, o han adquirido dulces a los niños, sus rosas u otras cosas; sí es buen momento de saber que fueron parte de todo esto sin saberlo y que es hora de abrir los ojos, tomar consciencia y aprender a discernir sobre nuestras decisiones.
No por evitar sentirnos mal al negar una posible caridad, vamos a permitir que la trata, la corrupción y el engaño continúen. Lo anterior, no sólo con los supuestos chiapanecos o los niños, sino también con esas personas que utilizan nuestras emociones para quedarse con el dinero difícilmente ganado, como aquel hombre que utiliza su “tumor” en la cabeza para que crean que necesita ayuda, las que ya conocemos que se rapan para que creamos que tienen cáncer, la señora que te golpea la ventana del coche diciendo “me da una ayuda” y que si no le das te hace muecas, el chavo con discapacidad que es llevado en silla de ruedas por su “hermano” bajo el Sol, entre muchos otros.
Concluiré este espacio de opinión empleando la definición, que muchos desconocen, de aquello que, al dar “caridad” a estas personas, estamos permitiendo.
La ONU define como trata de personas “a la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”. Está explotación puede ser desde laboral hasta sexual, retiro de órganos, entre otros. ¡Empecemos a ver!