Partiendo al Vaticano
Columna de David R. Ojeda Correa: Partiendo al Vaticano
Esta semana me abro camino por un nuevo rumbo de mi historia y con mucha felicidad lo comparto. Hace unos meses recibí un mensaje maravilloso de mi amiga Yamili Calderón, donde me comentaba que me había propuesto para obtener una beca en un curso de liderazgo que se daría en Italia.
Al principio estuve un poco escéptico de la posibilidad de conseguir dicha beca, en primer lugar debido a que se seleccionaría únicamente a una persona en todo el país para poder tomar durante el mes de noviembre las enseñanzas que la organización internacional Haggai tenía preparadas en un magno evento.
Estoy convencido de que Dios nos guía por donde se le antoje y por su mano se me informó hace mes y medio que había sido elegido para representar a nuestro país en este curso, donde, además, habrán otras 29 personas de 29 países diferentes.
Dicho curso será llevado a cabo en la Ciudad del Vaticano, en Roma, Italia, y tiene como objetivo el brindar de herramientas de liderazgo tales como dirección y administración, pero llevando a Cristo en todo momento, puesto que la visión de Haggai es que en toda empresa o institución Cristo y todos los valores que Él propone, estén siempre presentes.
A este curso acudirán médicos, científicos, directores de empresas y otros muchos profesionales, todos con postgrados, ya que uno de los requisitos era ese, además de haber sido egresado de una universidad con renombre y gozar de más de 30 años, pero menos de 50.
El currículum fue uno de los factores decisivos para elegir a los estudiantes. Recibir la noticia me causó muchos nervios, pero también muchísima alegría, por un lado resulta demasiado difícil dejar a mis pacientes y a mi familia por casi un mes; segundo, el no ganar absolutamente ni un peso durante ese periodo de tiempo, en especial mientras se está en Europa en un viaje para el cual no ahorraste y, en tercero, porque comunicarse en un idioma que no es el tuyo jamás es sencillo.
Pero también mucha alegría, pues si algo tengo en mente es siempre ser mejor persona, mejor padre, mejor esposo, mejor médico, mejor terapeuta y mejor hijo de Dios, así que, con esta oportunidad, visualizo también la posibilidad de desarrollarme más para mis pacientes, familia y amigos; es por ello, que con esta gran emoción les hago saber de este viaje que para mí es un triunfo, porque estoy seguro que la vida no está escrita, la vamos escribiendo; que el destino no es lo que te va a pasar, es lo que harás que suceda y yo quiero hacer suceder un mejor futuro para mí, para mi hijo, para mis pacientes y para el mundo entero.
Les envío un saludo desde Roma, nos vemos al regreso.