¿Correcto o no?

En el caso de Sinaloa puede que el gobierno haya estado mal, no lo sé a ciencia cierta, pero sí sé que nosotros lo estamos.

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Escribo este artículo desde el viernes para la edición del fin de semana. Por tanto, mis palabras expresan algo que para usted es un pasado de 3 días pero para mí es reciente, así que desconozco el desenlace del suceso ocurrido en Sinaloa; probablemente usted, estando en mi futuro, pueda tener una mayor visión sobre mis palabras.

Observo la zona de guerra, pareciera un videojuego o una película, las imágenes en redes sociales aparentan ser de Siria o Irak; da trabajo concebir que se trata de nuestro México. Es difícil imaginar que desde la comodidad de nuestro teléfono o quizá desde un medio impreso como éste podamos estar enterándonos de lo ocurrido mientras otras personas, en nuestro mismo país, están sufriendo.

Me horroriza ver las caras de miedo de nuestros niños mexicanos en los videos de Facebook, la gente tirada en el piso evitando las balas, a la policía y el ejército quedándose cortos frente a un ataque generado de mexicanos contra mexicanos.

Y mientras no entendemos lo que no nos ha tocado vivir, señalamos los errores ocurridos en batalla como si pudiéramos corregirlos; no justifico al gobierno, para nada considero como una gran opción haber permitido de nuevo que los delincuentes se salgan con la suya al liberar al detenido, pero no hay que jugar a la doble moral. Si fuera un padre protegiendo a mi hijo y veo que la única manera de detener algo que lo hiere es permitiendo lo que no deseo, también lo haría.

No fue correcto ni tampoco incorrecto, fue lo que hubo con los recursos que se tenían, pero el problema no es lo que está ocurriendo en este momento sino lo que ocurrió para llegar a él, pues no hubiéramos llegado a estas instancias si no las generábamos. Puede que el gobierno haya estado mal, no lo sé a ciencia cierta, pero sí sé que nosotros lo estamos.

Somos quienes motivamos que las balas continúen al pedir que la guerra contra el narco se detenga, los que fomentamos malos policías desde el momento en que nos quejamos porque nos detuvieron y les ofrecimos la mordida. La mayoría de los mexicanos somos unos delincuentes, somos quienes volteamos a ver que no venga ninguna patrulla para poder usar el celular mientras manejamos o para poder pasarnos un semáforo en rojo por la madrugada.

Somos los que compramos las armas o las drogas, los que nos hacemos de la vista gorda, somos el mercado de los narcotraficantes, ellos son ricos por lo que les pagamos y todavía hay unos que quieren legalizar las drogas. Y puedo seguir culpándonos de lo que ocurre, claro que no somos los únicos que la magia perdieron, pero, sin duda, todos hemos abonado un granito a lo que tenemos hoy, aunque nunca es tarde para dar el cambio brusco en las conciencias.

Ya lo he dicho antes, de gotita en gotita se forma un mar, y si nuestras actitudes fueran gotas transparentes, crearíamos entre todos un mar limpio, pero para limpiar nuestras gotas es importante ponerles valores, romper a la gente de cristal para construir sociedades de mármol con buenos cimientos que a pesar de los malos vientos, que cada vez soplan más fuerte, se mantengan de pie.

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