La mejor logística ante desastres
Daniel Uicab: La mejor logística ante desastres.
A veces, muy pocas, en realidad, los mandos militares y navales dictan órdenes contrarias a la legislación castrense, las que atenten contra la dignidad de sus subordinados o que pueden constituir un delito. En este último caso, quien ordena y quien ejecuta son corresponsables. También, muy pocas veces, pero sucede, los mandos rectifican o nulifican alguna orden cuando se les expone que las consecuencias de ejecutarlas serían negativas.
Lo anterior echa por la borda el “mito” de que los militares son muy “cuadrados”. Por el contrario, la experiencia les permite sugerir para mejorar el objetivo por alcanzar y aplican su iniciativa para hacerlo de manera más eficaz. Por ello, la orden de que la distribución de despensas en Acapulco (tras el paso del huracán “Otis”) la realizaran exclusivamente las fuerzas armadas, fue un bumerán que obligó a rectificar al “comandante supremo” de las fuerzas armadas. Sin embargo, en cuestión de horas la imagen del soldado y el marino apoyando a la población civil se empañó.
El pueblo sabe -parece que este Gobierno de la 4T no- que la experiencia, capacidad y la mejor logística para atender a la población civil en casos y zonas de desastres la tienen el Ejército y la Armada con sus planes DN-III-E y Marina (que aplican en solidaridad de los civiles), pero esta ocasión fue acotada por horas, cuando más urgía la ayuda a los guerrerenses. El Ejecutivo justificó esa orden mal dada con el argumento de que era para evitar el lucro político. Dicho de otra forma, que sus “adversarios” no fueran a ganarle votos para el 2024.
Los militares no sólo disponen de un gran número de efectivos que se pueden desplazar en breve tiempo a las zonas de desastre, sino también del equipo y los medios para actuar de inmediato ante una contingencia. Así lo han demostrado en muchísimos eventos que han golpeado al país (sismos, inundaciones, deslaves y, por supuesto, huracanes).
Para eso están preparados, para eso elaboran y mantienen actualizados sus planes y estrategias, y por eso está establecido como parte de sus obligaciones en sus leyes orgánicas. Hay otras que hoy también cumplen y que no se precisan en su legislación.
Soldados y marinos saben qué y cómo hacer su labor en estos casos. Así se está demostrando al paso de los días de la tragedia en Acapulco. Desde luego que falta muchísimo por hacer, pero ya se aplica la logística para distribuir en orden las despensas y proporcionar alimentos; brindar seguridad para evitar la rapiña, el pillaje y el saqueo; limpiar carreteras para reactivar el abasto, etc.
Al Gobierno le corresponde aportar los recursos para estas tareas titánicas, sólo que ya no hay Fonden (Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales), este Gobierno Federal lo extinguió en 2021. Se dijo que era un “barril sin fondo” del que se robaban los recursos y no se atendía realmente las emergencias del país ni a los damnificados. Muchos pensamos que fue otra mala decisión que le costará más que recursos al Gobierno Federal con “Otis”.
Primeras experiencias
En febrero de 1976, nuestro Guardacostas cumplía una más de las órdenes de operaciones "Bermejo" en el Mar de Cortés, que duraba unos 15 días (si no se recibía el "anexo" para la vigilancia en Isla Tiburón). De pronto se recibió un radiograma ordenando que el buque enfilara hacia Guaymas para resguardarse en ese puerto de refugio natural, ante la presencia de un ciclón en el área. Menos de 48 permanecimos atracados al muelle de la entonces VI Zona Naval, suficientes para avituallar al buque y regresar a nuestra base, Mazatlán.
Recuerdo que arribamos por la mañana y el panorama era desolador (aunque nada comparado con las imágenes de Acapulco). En la avenida Emilio Barragán, donde se ubica la Zona Naval, había postes de luz, árboles y espectaculares caídos; láminas y basura por doquier. Casi no transitaban vehículos, sólo una que otra "Pulmonía". Se otorgó tres horas de permiso a los casados para ir a casa, dejar dinero y regresar al barco; los solteros nos integramos a las primeras brigadas para el apoyo a la población.
Fueron jornadas extenuantes, sin franquicia. Mazatlán se reactivó en un par de semanas. La Marina y el Ejército actuaron coordinados para revertir los efectos de ese ciclón. Para los marineros bisoños fue nuestra primera experiencia en este tipo de contingencias, que culminó con el reconocimiento de los mandos navales a su personal, y de la población a soldados y marinos.