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En días recientes hemos leído, escuchado y hasta comentado sobre el intenso calor que hace en la Península de Yucatán, y hecho referencia a un día en Mérida cuando hubo una sensación térmica de 51 grados, lo cual se explica debido a que el calor tiene una intensidad y genera una temperatura, pero cada persona siente de forma diferente, aunque casi siempre oscila entre los 32 y 37 grados.

Cada uno percibe una sensación de calor distinta, pero se estandariza para poder dar los pronósticos climáticos. Como es sabido, la temperatura exterior no siempre es un indicador seguro y digno de confianza para determinar el frío que una persona puede sentir si está expuesta al aire libre. Esto lo podemos entender muy fácil si analizamos que existen otros parámetros meteorológicos que influyen, como la velocidad del viento, la radiación y la humedad relativa.

El término sensación térmica es usado para describir el grado de incomodidad que un ser humano siente, como resultado de la combinación de la temperatura y el viento en invierno y de la temperatura, la humedad y el viento en verano. Existen dos factores que aceleran la pérdida de calor del cuerpo humano y que definen la sensación de frío: 1) La diferencia térmica entre la piel y el medio ambiente, y 2) la velocidad del viento. La pérdida continua de calor del organismo es tanto mayor cuanto más grande es la diferencia entre la temperatura de la piel (32ºC) y la del medio ambiente. Esta diferencia se concentra en una capa de aire que rodea todo el cuerpo, de solo algunos milímetros de espesor, llamada capa límite. Cuanto más reducido es el espesor de esa capa por efecto del viento, mayor es la pérdida de calor por unidad de tiempo.

Por ejemplo si en una mañana de invierno la temperatura es de 0ºC y existen condiciones de calma (sin viento), no se sentirá mucho frío al estar adecuadamente abrigado, pero a la misma temperatura y con viento de 40 km/h, la sensación térmica será equivalente a 15º bajo cero. En el verano, la humedad es el elemento que aumenta la sensación de bochorno. R.G. Stedman desarrolló el parámetro sensación térmica como efecto combinado de calor y humedad, a partir de estudios sobre la fisiología humana y sobre la transferencia de calor entre el cuerpo, la vestimenta y el entorno.

Cuando la humedad es elevada, el valor de la sensación térmica excede al de la temperatura del aire. En este caso la sensación térmica cuantifica la dificultad que el organismo encuentra para disipar el calor producido por el metabolismo interno y la incomodidad asociada con una humedad excesiva. Si la humedad es baja, la sensación térmica es menor que la temperatura del aire. En este caso el parámetro mide el aumento de la sensación de bienestar, producido por un mayor enfriamiento de la piel debido a la mayor evaporación de la transpiración favorecida por la baja humedad del aire.

Cuando la temperatura es menor de 32ºC (temperatura de la piel), el viento disminuye la sensación térmica. En cambio si la temperatura supera los 32ºC la aumenta.

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