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Con la provocadora advertencia de la dramaturga y actriz Conchi León desde el escenario: ¿Ya les dijeron que van a ver teatro regional? Sólo para eso alcanzó el presupuesto, inicia La tía Mariela, dirigida por Francisco Franco, a partir del texto original de la propia León. La puesta en escena, si bien representa al estado de Aguascalientes, es de cabo a rabo una obra yucateca. Y aunque la mayor parte de su elenco no es de origen peninsular, la farsa consiste en que la propia León asevera ante el público que las actrices son cien por ciento yucatecas: Alejandra Ley, Monserrat Marañón y la propia León son las protagonistas acompañadas por un ensamble musical en vivo.

El argumento nos cuenta la historia de la tía Mariela, quien acaba de fallecer en Aguascalientes. Su mayor miedo era que nadie fuera a tirarle un puño de tierra a su sepulcro, puesto que su único hijo falleció antes de alcanzar la mayoría de edad y su familia vive en Yucatán. Su repentina muerte pone en marcha las acciones: será labor de Jesusa (Marañón) dar la noticia a sus otras primas, motivo por el cual invita a Inmaculada (León) y Sagrado (Ley) a su casa, sin revelar del todo la razón de haberlas convocado.

Se trata de un pastiche entre teatro regional, teatro de revista, cabaret, comedia y melodrama televisivo, sin más aspiraciones que hacer reír, lo que no siempre logra. Asimismo, es un divertimento musical, ya que a lo largo de las diversas anécdotas podemos escuchar canciones populares de la tradición yucateca. Pero se percibe una falta de ritmo. La forma en que se rememora tal o cual leyenda familiar, para luego pasar a un interludio musical salpicado con danzas folclóricas, es tan reiterativa que se vuelve cansada. Tantas transiciones restan fluidez al trazo escénico, lo que aunado al dispositivo escenográfico, desemboca en un barroquismo de elementos que a nivel formal podrían impresionar, pero que en el fondo son puro oropel y artificio que encubren un texto flojo, condescendiente para con el espectador y lejano a la cota de calidad alcanzada por la dramaturga en otras obras de su repertorio.

El espectáculo se salva gracias a las individualidades del reparto: carisma y destreza vocal de Alejandra Ley, e hilarantes intervenciones de Montserrat Marañón que arrancaron carcajadas del público. Conchi León ve disminuida su presencia en el escenario, a pesar de no pocos diálogos ácidos e ingeniosos de su personaje, que en este caso funge como soporte del resto del talento desplegado sobre las tablas.

Al final, aunque nos hemos reído y entretenido un poco, uno se pregunta el valor de una obra como ésta, anecdótica e intrascendente, que da cuenta en su fastuosa producción del dispendio de recursos. El maravilloso vestuario (Estela Fogoaga), el diseño de escenografía (Adrián Martínez Fraustro) e iluminación (Xóchitl González), aunque bien logrados, resultan frívolos si situamos La tía Mariela en el contexto de los ejes comunitarios y temas sociales que caracterizaron a la 40 Muestra Nacional de Teatro, la cual clausuraron en Colima el pasado 30 de noviembre de 2019.

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