Durante la temporada de lluvias, el calor y la humedad suelen alterar el comportamiento de ciertos roedores; es por ello que las zarigüeyas desempeñan un papel crucial en el ecosistema urbano como controladores biológicos, ya que se alimentan de chinches que transmiten enfermedades como el mal de Chagas, así como de roedores, serpientes pequeñas, lagartijas y carroña, explicó el director de Tlacuatzin A.C., Enrique Valdez Escobedo.

Precisó que, al consumir frutas en descomposición, contribuyen a la limpieza biológica y su presencia puede servir como indicador de la salud ambiental del entorno, pues un ejemplar en mal estado puede reflejar problemas ambientales en la zona, sin embargo, en lo que va del año, se ha registrado un notable incremento en el número de zarigüeyas rescatadas en Mérida, aunque no se cuenta con una cifra exacta, debido a la alta frecuencia de reportes diarios.

El director de Tlacuatzin, Enrique Valdés, dijo que durante la temporada reproductiva, que se inicia en marzo, el número de reportes puede oscilar entre 5 y 10 al día, un ejemplo reciente ilustra la gravedad de la situación: una zarigüeya atropellada fue encontrada con nueve crías en su marsupio, lo que eleva la cifra de ejemplares afectados en un solo incidente, indicó.

Actualmente, la falta de infraestructura adecuada y limitaciones legislativas complican el manejo de estos animales.

Las zarigüeyas rescatadas sólo pueden ser conservadas temporalmente.
antes de ser entregadas a las autoridades, lo cual se agrava por la ausencia de instituciones dedicadas al cuidado de fauna silvestre. Además, no existe un espacio especializado en Mérida para atender adecuadamente a estos ejemplares, lo que impide una atención óptima y constante a esta problemática.

Mencionó que para los ciudadanos que encuentran zarigüeyas en sus domicilios o predios, se recomienda actuar según la situación.