El domesticador de la palabra
Aida López: El domesticador de la palabra
Me gusta el prefijo “re” cuando se antepone a un adjetivo o a un verbo, porque indica intensidad o volver, es decir, se va al origen por alguna razón, quizá para comprobar, confirmar o simplemente disfrutar lo que fue. En esta última idea
me centro a propósito de la reedición de los doce cuentos (quizá peregrinos) incluidos en Los otros misterios del escritor Víctor Garduño Centeno, director del Taller de Cuento Hipogeo. La obra obtuvo en 1987 una mención honorífica en el Premio
Estatal de Cuento Ermilo Abreu Gómez. Se editó por primera vez en 1993 por el Instituto de Cultura de Yucatán (ICY) y por segunda ocasión en 2006, esta vez con un texto del poeta Jorge Lara Rivera en la contraportada, quien enaltece la prosa del autor calificándolo de autocrítico, meticuloso, imaginativo, destacando su conocimiento caudaloso del idioma y su voluntad feroz. Acorde a los tiempos, el martes pasado se presentó la versión digital en su tercera edición bajo el auspicio de la Secretaría de Cultura y las Artes.
Las historias tienen la virtud de fusionar la realidad y la ficción, la nebulosa onírica se filtra entre las palabras pulcras, cuidadas, con imágenes y metáforas que embellecen la prosa. Demanda de quien se sumerge en este universo una lectura cuidadosa para no perderse de los detalles con los que confecciona cada cuento. Los epígrafes son rutas posibles, tomados
de sus autores referentes, de quienes abreva. Eduardo Lizalde, Carlos Pellicer,Julio Cortázar, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Homero Aridjis, son algunos de los Virgilios que nos conducen al mundo de leyendas y creencias.
El primer viento de la tarde limpió de figuras grises el cielo y la claridad que atravesaba las ramas le permitió ver los dedos de cadáver, así comienza “El legítimo”, la voz de un hijo no reconocido por el padre que no fue sabio, fue tonto, porque le
endilgaron hijos que quizá no eran de él, pero que a la postre despojaron al legítimo de los bienes patrimoniales.
La riqueza de idioma a la que se refiere Lara Rivera la apreciamos en la fineza del manejo del erotismo: Y encontré el canto del mar en la gruta que ella guardaba. La misma voz del mar que escapó de su garganta al momento de mezclar nuestras ansiedades. La misma melodía que no pude detener porque se la llevó el viento. También el viento tiene el ruido del mar (“Rumor Secreto”).
Víctor recrea el español yucateco para introducirnos a su cosmovisión; un regreso a su origen, a su semilla. La realidad y la fantasía son plásticas, acomoda las palabras y las frases para impactarnos y no nos queda más que “vivirlo como si fuera cierto”.
Los otros misterios se distribuirá de manera gratuita en la página de Facebook: “Hipogeo: taller de cuento”.