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“Yo sé que inútilmente te venero,

que inútilmente el corazón te evoca,

Pero a pesar de todo yo te quiero,

pero a pesar de todo yo te adoro,

aunque nunca besar pueda tu boca”.

(Guty Cárdenas y Ricardo López Méndez)

La primera novela de Aída López, “Púrpura encendida”, es el resultado de una historia familiar que valía mucho la pena ser contada, la vida del poeta Ricardo López Méndez, autor de “El credo” y la entrañable letra de la canción “Nunca”, que nos acompaña en toda la lectura de la novela resonando entre cada página.

Es una historia contada en diferentes épocas, sobre todo la de Felipe Carrillo Puerto, la del éxito de su amigo entrañable Guty Cárdenas, la época de oro de la radio en México y la de la autora que desde niña escucha las historias de su tío abuelo y su madre, todo bajo la sombra constante de la tragedia y la muerte.

Será a través del descubrimiento de una máscara mortuoria que, a través de la autoficción, decide adentrarse en el pasado familiar que reconstruye con gran mérito en esta novela. Aída debió documentarse minuciosamente para construir esta historia, donde a veces aparece ella también como narradora-personaje cuyos recuerdos de la infancia son bellamente narrados junto con su propia historia de dolor y pérdidas.

La muerte de su madre, el regreso a la casa de la infancia abren la caja de pandora de los recuerdos y las nostalgias y nos llevan a las casonas, las calles y sitios de una Mérida que conserva el tono púrpura y la vida bohemia de una generación de compositores, poetas, músicos y políticos que pusieron a Yucatán, aunque sea por breve tiempo, en la memoria musical y política del país.

Nadie mejor que Aída para novelar la vida del poeta Ricardo López Méndez, inmortalizado por sus versos que son como otro himno para los mexicanos: “México, creo en ti, porque si no creyera que eres mío el propio corazón me lo gritara…”. Y retratar también la vida fugaz de Guty Cárdenas y Felipe Carrillo Puerto, es todo un mérito por la fidelidad con la que se aborda el dato histórico, sin romantizar ni idealizar a los personajes de esta novela. “Nunca”, esa canción que todavía toca nuestros corazones, el mío sí, cuando la escuchamos, tiene una historia increíble que aquí se cuenta. “Aunque nunca besar pueda tu boca”.

La novela de Aída, habiendo tan pocas novelistas en Yucatán, debe leerse como un homenaje no sólo a su tío abuelo, sino al Yucatán de la trova, del talento, de la belleza y de los recuerdos que se quedan impregnados en estas páginas, entre el misterio de la máscara mortuoria de Guty Cárdenas, entre letras púrpuras y un ambiente de nostalgia inmortalizada de la que nos cuesta salir cuando terminamos de leerla.

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