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En Italia, hace más de 500 años un joven lector fue el primero en imaginar a los libros como eslabones de una misma cadena, es decir, lo que hoy llamamos un sello editorial o una colección, y no sólo eso, ese joven se convirtió en el primer editor literario e inventor de la letra cursiva y otras tipologías; es decir que a Aldo Manuzio le debemos el arte de la edición, y cada vez que tenemos un libro entre las manos y nos fijamos en la belleza y el cuidado con que fue confeccionado, además de la calidad de su contenido, debemos de pensar en Manuzio, pero sobre todo en los editores de este siglo que mantienen vivo el arte de la edición.

En su libro “La marca del editor” Roberto Calasso dice que “un verdadero editor es, ante todo, el que tiene la insolencia de pretender que, como principio general, ninguno de sus libros se le caiga de las manos al lector, ya sea por tedio o por un invencible sentimiento de extrañeza”, una tarea compleja si se piensa en la inmensidad de la oferta de títulos que se nos presentan hoy en día, aunado a la vorágine del mercado y de las grandes editoriales y librerías que compiten deslealmente con sus homólogos independientes.

Pero aun así, el libro se mantiene incólume ante las tempestades y quien emprende hoy el arte de la edición sabe de antemano que será luchar contra molinos de vientos, y lo hace.

En pleno siglo XXI Manuzio ni se imaginó seguro que habría otros jóvenes como él que seguirían creyendo en el arte de la edición; y los hay, como David Loría Araujo quien ha iniciado un sello editorial independiente llamado “Esdrújula”, que ya lleva dos títulos publicados.

El primero fue “Lugar de taxidermia” de Irma Torregrosa, una apuesta inicial y valiente por la poesía, que sin duda no diría que es arriesgada porque la voz poética de Irma es una voz consolidada y garantía de una experiencia inolvidable de lectura, una promesa de que en este libro descubriremos que “del amor también puede hacerse taxidermia”, como dice Isabel Zapata en el texto de contraportada (esos textos valiosísimos como los prólogos o las introducciones que son parte del bordado fino de un buen libro).

El segundo título es “No nos cabe el cuerpo”, una antología con los cinco relatos ganadores del Concurso de Cuento Corto Sempere 2023 que corresponden del primer al quinto lugar respectivamente a, Diana Soberanis Mena, Inti Hernández, Diana Puga, Mateo Peraza y Dan Guerrero Leyva, cinco voces jóvenes que amplían el panorama de la cuentística en la península de Yucatán.

Los libros con “Esdrújula” adquieren una identidad, y sus autores un sentido de pertenencia a una casa editorial que los arropa y los acompaña en el camino sinuoso para llegar a la publicación. Y justo ahora tienen abierta la puerta para que nuevos autores se integren con la segunda convocatoria del Concurso de Cuento Corto Sempere 2024 que pueden consultar en Instagram en @sempere.mx o directamente en el café literario Sempere. ¡Vayan por un café y un buen libro, el binomio literario perfecto!

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