Sultanes de Monterrey se lleva la serie al vencer 2-1 a Leones de Yucatán
En un buen duelo de pitcheo entre César Vargas y Yoanner Negrín, el poblano se agencia el triunfo con relevo de Wirfin Obispo
William Sierra/Mérida
Ante un rival como Sultanes de Monterrey que aprovecha cualquier descuido, había que jugar impecable, pues bien, eso no sucedió anoche, ya que capitalizaron un único parpadeo de Yoanner Negrín para anotarle par de registros, para vencer 2-1 a Leones de Yucatán, maniatado por el látigo de César Vargas y tres lanzadores más, en buen juego de pelota celebrado ayer en el parque “Kukulcán Alamo”.
El que continuó manteniendo encendida la majagua fue Héctor Hernández, incluso fue el encargado de remolcar la de la quiniela, en la séptima. Disparó biangular para remolcar a Jonathan Jones para llegar a 21 partidos consecutivos dando al menos un inatrapable.
Como sucedió en los dos compromisos anteriores, los aficionados tuvieron la oportunidad de disfrutar otro entretenido partido con aplaudibles jugadas defensivas, como de Jonathan Jones en el bosque central y del camarero Ramiro Peña, y con lo demostrado por Negrín (derrotado, 4-2) y Vargas (vencedor, 2-2).
Considerado más cómo jardinero, Rico Noel debutó como selvático defendiendo la segunda colchoneta, aunque eso sí quedó como primero en el orden y Jonhatan Jones, empleado en ese turno fue corrido como segundo. No tuvo suerte y acabó dominado en cuatro turnos.
Los regios tuvieron buen arranque logrando batear par de sencillos en la primera entrada, pero el cubano apretó las tuercas y dominó la situación.
Salvo el cuarto episodio, en el que requirió el respaldo de una doble matanza, los siguientes cinco episodios fueron retirados sin mayores aprietos espaciando cuatro jits. No firmó pasaporte alguno.
Llegó la séptima, el brazo de Negrín dio signos de cansancio y es que Chris Roberson abrió con doble, y aunque dominó al siguiente bateador le ligaron tres incogibles suficientes para par de registros.
El poblano Vargas, por su lado, mantuvo con un educado látigo, a raya a los reyes de la selva. Los sujetó en cuatro incogibles, y de no haber sido por el doble de “La Vieja” Hernández, los selváticos habrían acabado con baño de cal, pues Miguel Aguilar, Felipe González y Wirfin Obispo (sumó su octava salvamento) igual domesticaron a los felinos.