Llevo tu corazón conmigo
Existen personas que muy pronto en la vida descubren hacia dónde irán sus pasos y de la mano de quién recorrerán el camino.
Ser testigo de unas manos que caminan juntas se ha convertido en una suerte de alivio para el alma. Sabemos reconocer la realidad de quienes son ahora una extensión de lo que, sin temor a ser cursis, hemos decidido llamar amor.
En este sentido, existen personas que muy pronto en la vida descubren hacia dónde irán sus pasos y de la mano de quién recorrerán el camino. No hay dudas. El amor viene con certezas que rompen con el tiempo y la distancia; lo que prevalece está destinado a ser.
Entre versos emocionados y la espera de un suceso, advierto que la lectura de hoy corresponde a un poema que no llegó a mis ojos por casualidad, sino que estaba en reposo aguardando a ser dedicado. Marcos y Andrea: es para ustedes.
En “Llevo tu corazón conmigo”, poema del estadounidense E. E. Cummings, estamos frente a versos que fluyen con fuerza y con certezas. Como si la solidez de un amor sirviera para borrar todas las dudas que pudieran aparecer entre palabras que se presentaran en versos temerosos. No es el caso.
Dentro del poema, comenzar con “llevo tu corazón conmigo, lo llevo en mi corazón” supone establecer la grandeza de un sentimiento que rompe con un romanticismo clásico. Es decir, los versos no están dispuestos para evocar una melancolía amorosa; sino que son lanzados con determinación para acercarse a las comparaciones más vitales de la vida.
De pronto lo que se siente puede igualarse al cielo, a los árboles y la raíz de todo. Habría que caminar así, teniendo dentro de nosotros a ese móvil que funciona como motor de nuestra existencia y que es reconocido con nombres y apellidos.
Llévense el uno dentro del otro y que sus pasos signifiquen la certeza de saber que todo el camino recorrido los ha traído hasta este día para dar un paso más hacia la consolidación de su sueño. Deseo, que, como en el poema, su amor sea el mejor secreto que posean, el más puro, el más grande.