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La industria editorial, como cualquier empresa, subsiste gracias al mercado y su comportamiento en materia de ventas, por tanto, también publica autores que tratan sobre temas de moda, sucesos recientes o enmarcados en el interés general, por lo cual deben ser muy competitivos ya que la cantidad y la prontitud de información que se genera en Internet produce un panorama complicado para las librerías y los editores.

Más ahora que muchas veces ocurre un suceso, como las redes de corrupción o las nuevas sectas disfrazadas de pirámides de negocios, cuya historia nos da curiosidad, aunque no al extremo de profundizar mucho en las raíces del tema, a veces conocimientos someros para comprender las pláticas de pasillo, en las redes sociales o en las reuniones con nuestros amigos. En ese contexto, no requerimos tantos detalles o conocer los factores históricos que permitieron la aparición de determinado hecho, sino únicamente las historias de quienes estuvieron involucrados en el asunto.

Así, siempre me causó admiración la rapidez con que las editoriales ya encargaron a determinados autores libros sobre un tema, basados a veces en teorías populares, hechos biográficos escuetos sobre los protagonistas, alguna historia de vida sobre un sobreviviente, una víctima o testigos. Con un trabajo de edición muy parco, impresión de grandes volúmenes y distribución acelerada, en poco tiempo las librerías están inundadas de varios de esos ejemplares.

Sin embargo, esta celeridad por convertirse en fuente de consulta para la sociedad ávida de encontrar noticias frescas, hechos inéditos o una explicación, permite que gran parte de esta información se consuma con rapidez, creando muchas veces mitos o ideas erróneas sobre un tema, debido a que la premura con que se escribe y edita no da paso a la reflexión o a una investigación exhaustiva.

Aún recuerdo cuando a mediados de los noventa aproximadamente, la historia de la masacre de Tlatelolco circuló sin tapujos en las editoriales, por primera vez en mucho tiempo se escribió y habló sobre el tema, al menos a nivel comercial, para lo cual se pudieron elaborar bastantes teorías sobre el asunto, decir públicamente quiénes eran los responsables detrás de la matanza, la presencia del ejército, la represión y el silencio que siguió después del movimiento.

El espacio estaba libre para elaborar conjeturas y libros sobre el tema, aunque muchos escribieron desde su deseo de conocer la verdad detrás de ese suceso, otros aprovecharon ese espacio para denostar el movimiento de los estudiantes, crear conspiraciones como la presencia de comunistas, agitadores y, en los casos más descabellados, a las fuerzas opositoras al PRI de pagar o empujar a los estudiantes para protestar contra el sistema político. Existirá una variedad de títulos y autores en las librerías, cada uno cumple con su función dentro de este sistema comercial, aunque veamos aparecer textos inmediatos sobre un tema, lo más sano es consultarlos sin olvidar que la literatura hecha desde la premura, tiene muchos vacíos y prejuicios que dicen más de nosotros como sociedad, que del tema que investigamos.

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