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Mañana lunes 10 de octubre, iniciará en Mérida, el Segundo Congreso Internacional “Manglares de América”, organizado por la academia y apoyado por diversas instancias ambientales con presencia no sólo en México, sino en todo el mundo, ante este gran evento me he permito dedicar mi CALEIDOSCOPIO de hoy a este, sin duda, un ecosistema por demás maravilloso e importante en nuestra biodiversidad.

En primera instancia, debemos reconocer que los manglares nutren y son un refugio para la flora y fauna local, además de ser un sistema natural de control y una barrera ante inundaciones y huracanes, ayudan a controlar la erosión del suelo y son filtros biológicos de agua. Los manglares son robustos, pero se encuentran en una de las partes más vulnerables de nuestro ecosistema: la parte que está entre la marea alta y marea baja, por eso cuando llegan tormentas fuertes, los manglares nos protegen y promueven un equilibrio con el entorno próximo a ellos.

Sin los manglares de la Península de Yucatán, la marejada ciclónica entraría más y causaría mayor daño del que desafortunadamente ya ocasiona, he aquí una de sus tantas importancias naturales. Aunque los manglares cubren sólo el 0.1% del planeta, almacenan y convierten más carbono que cualquier otro tipo de bosque, así que son vitales en la lucha contra el cambio climático.

En Yucatán hay cuatro especies de manglares: el mangle rojo, que es el más fácil de identificar, ya que sus largas raíces forman arcos en el aire antes de sumergirse en el agua, una cualidad única de flora existente en este punto del territorio nacional. Estas raíces proveen estabilidad y recolectan oxígeno para la planta. Es muy común ver que las raíces de los árboles individuales se entrelazan para formar un bosque de raíces. Los manglares rojos a decir de los expertos, son una de las plantas leñosas más importantes con que contamos en la costa yucateca. Por su parte, el mangle negro, a diferencia del rojo, tiene sus raíces bajo tierra y de estas raíces crecen neumatóforos que recolectan oxígeno para las raíces sumergidas. Esta especie de mangle tiende a crecer en áreas lodosas más que sobre la orilla costera.

El mangle blanco es un árbol floral que puede alcanzar entre 12 y 18 metros de altura y según la especie, puede tener raíces expuestas o neumatóforos para la recolección de oxígeno, cualidades muy estudiadas en todo el mundo y, por último, tenemos al mangle botoncillo, el cual suele ser un arbusto denso, pero dadas las condiciones adecuadas puede llegar a alcanzar unos 20 metros de altura.

Estoy seguro de que este evento contribuirá a que todos orientemos nuestra mirada hacia este importante ecosistema y que los gobiernos de cualquier nivel realmente apoyen en la conservación de nuestros manglares, para que avancemos de manera más segura hacia una sustentabilidad ambiental más razonable y razonada.

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