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Si algo nos ha enseñado esta pandemia de coronavirus es que todos somos vulnerables. Esta frase está muy gastada por los políticos que prometen ayuda, apoyos y un sinfín de cosas a “los más vulnerables”, a quienes casi siempre se asocia con la pobreza, pero también lo son personas que viven en aislamiento, inseguridad e indefensión ante riesgos, traumas o presiones. Y la vulnerabilidad cobra otra dimensión en una emergencia como la actual en la que nadie puede considerarse a salvo.

Ahora, no solo los niños, mujeres embarazadas o adultos mayores son los más propensos a enfermarse, la letalidad del Covid-19 no diferencia edades, como vemos en su avance por nuestro país y el mundo. Y más nos vale entenderlo así, desde los que rebasamos la sexta década hasta los más jóvenes. Por cierto, en la ley en México se considera adulto mayor a partir de los 60 años en que “marca el inicio de una etapa donde las personas presentan condiciones de vulnerabilidad física, social y económica”, pero es un concepto relativo más allá del grado de desarrollo de cada país.

Hoy también son más vulnerables: los médicos y enfermeras que arriesgan sus vidas atendiendo a los pacientes, que así ponen en riesgo a sus propias familias; los empresarios que mantienen su planta productiva y siguen pagando la nómina, a pesar de que el gobierno federal les regatea el apoyo que requieren, no tanto para ellos, sino para evitar que las cifras del desempleo se disparen; el comerciante que sale a la calle a ofrecer sus productos para que no falte lo indispensable en nuestra casa; los empleados de supermercados que tienen que lidiar con los NO solidarios que hacen compras excesivas y con delincuentes que se dedican al saqueo y la rapiña; también los policías, soldados, marinos que velan para que no se desborde la inseguridad.

Quienes saben de este tipo de contingencias señalan que el grado de vulnerabilidad de las personas y el alcance de su capacidad para resistir y hacer frente a los peligros y recuperarse de los desastres dependen de factores físicos, económicos, sociales y políticos. Respecto a este último punto, nos parece que el factor político impide que en nuestro país avancemos más rápido en la contención y posterior resiliencia para enfrentar los estragos de la pandemia, pues con la consigna: “No vamos a rescatar a los ricos”, el gobierno federal desoye las solicitudes de los empresarios, que son pilares de la economía en cualquier país, pues generan empleo y dan soporte a los gobiernos con los impuestos.

Ayer lo dijo el presidente de Coparmex, Gustavo de Hoyos: “Cada día que el presidente López Obrador deje pasar sin aplicar medidas económicas, son y serán cientos, miles y millones de empleos perdidos”.

Y un jefe de Estado con esa visión, anclado en el pasado, que se confronta con la iniciativa privada, los medios y quienes no comulguen con sus ideas, también es vulnerable y nos hace más vulnerables.

Anexo "1"

Militares, sin tregua

 Desde la semana pasada la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) informó de diversas medidas adoptadas por casi todos los bancos del país para apoyar a las personas durante la medida de emergencia por el coronavirus Covid-19, que está afectando diversos sectores de la economía. Entre esos apoyos señalaron el diferimiento parcial o total de pagos de capital y/o intereses hasta por 4 meses con posibilidad de extenderlo a 2 meses adicionales, para que los bancos puedan optar por hasta seis meses de la manera que les sea más conveniente en cada producto o cliente.

Banjército (el banco de los militares, y de civiles también) no aplicó esta medida, con el argumento de que “estas medidas aplican para trabajadores vulnerables que puedan quedar sin empleo o carecer de ingresos fijos” y que “las fuerzas armadas reciben sus haberes sin ninguna disminución y oportunamente, gracias a la atinada dirección de nuestro Mando Supremo (Presidente) y Altos Mandos (secretarios de Defensa y Marina), motivo por el cual no se verá afectado el ingreso que le corresponde al personal del activo, retirados y pensionados”.

Pues, gracias, Presidente, y gracias, secretarios de Defensa y Marina.

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