Magna bienvenida a la nueva era maya en Yucatán

La pirámide del Castillo en Chichén Itzá fue el centro de reunión, donde miles de visitantes celebraron con oraciones y danzas rituales el fin de la cuenta larga.

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Más de 50 mil personas asistieron a la zona arqueológica de Chichén Itzá, según estimaciones del INAH. (Christian Ayala/SIPSE)
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Jaime Tetzpa/Mérida
MÉRIDA, Yuc.-Miles de turistas se concentraron en Chichén Itzá para agradecer a los dioses mayas el inicio del nuevo ciclo. Cuando el reloj marcó las 12 horas,  sin importar razas, creencias ni religiones, unidos de las manos rodearon “El Castillo” para recibir la energía cósmica y empezar la nueva era en armonía con la naturaleza.

A esa hora, bajo el cielo nublado y ráfagas de viento del norte,  un par de zopilotes, que volaban en círculos sobre El Castillo de Chichén Itzá, llamaron la atención de los turistas, quienes interpretaron este singular hecho como un aviso del “fin del mundo”, que daban cumplimiento a las profecías mayas.

La pirámide de Chichén Itzá, uno de los íconos de la civilización maya, fue el centro de reunión de más de 50 mil seres, que celebró con oraciones y danzas el cambio de era en el calendario maya.

Desde las 5 de la madrugada el flujo de visitantes fue constante. La mayoría, vestidos de color blanco, ingresaron al recinto con velas, incienso y copal, formando grupos de  meditación.

Debido a que los hoteles de los alrededores estuvieron completamente llenos, algunos turistas, europeos principalmente, acamparon en las zonas aledañas para pasar la noche, bajo la vigilancia de la policía estatal. Poco antes del amanecer, grupos de personas emprendieron el camino hacia las ruinas con sus velas encendidas.

La mayor afluencia de turistas fueron extranjeros procedentes de Europa, Asia y América;  hubo pocos nacionales y los grupos de origen maya estuvieron representados por los comerciantes, vendedores de artesanías y recuerdos en conmemoración a la nueva era.

Las playeras con la leyenda “Sobreviví al fin del mundo” costaron 150 pesos; figuras a escala de dioses mayas y ceniceros en pasta, estaban en 10 y 20 pesos, mientras que las máscaras talladas en madera oscilaban desde los 50 pesos hasta los 250 pesos.

Vestidos de blanco, con los brazos en alto, los dedos en posición de meditar y la mayoría de pie, decenas de grupos realizaron oraciones conjuntas de cara a la pirámide principal de Kulkulkán; los participantes hablaban de forma espontánea para pedir por la tierra, la naturaleza o la armonía de la humanidad.

La turista argentina Analía Luz Jerez, mencionó que viajó con un grupo de cinco mil personas desde su país natal “para vivir la experiencia de la nueva era, en la que todo está por comenzar”.  Destacó que se trata de vivir en armonía con el universo y la madre naturaleza.

La turista Antonia Barrios Espinoza, de Cuernavaca, Morelos, llegó a la taquilla con un grupo de 10 personas y se encontró con que la entada a las ruinas cuesta 125 pesos, en tanto que para los extranjeros 177 pesos. El  problema, dijo, es que le informaron que la entrada era gratis para los nacionales, con presentar su credencial del IFE.

Sin más alternativa que pagar, consideró injusto cubrir doble tarifa: 57 pesos para el INAH y 68 pesos destinados al gobierno del estado de Yucatán. Los guías de turistas cobraron por las visitas guiadas 500 pesos al turismo nacional y 600 pesos a los extranjeros,  de acuerdo a las tarifas reglamentadas por el INAH. Los hoteles ubicados en Pisté, registraron su ocupación del 100 por ciento.

Encuentro que resume cinco milenios de historia

La calle 60 entre 61 y 63, en el corazón del Centro Histórico, se convirtió anoche en sede del juego de pelota maya Pok Ta Pok, que se efectuó como parte de las actividades del programa municipal “5 Milenios de Historia Maya”.

Eran las siete de la noche en punto cuando cuatro jóvenes, con cabezas de venado y de jaguar como penachos, capas y sandalias, iniciaron la ceremonia utilizando instrumentos autóctonos.

El director de Desarrollo Económico, Luis Felipe Riancho Cámara, y la subdirectora de turismo, Petitte Lizarraga Trava, presidieron el evento, que convocó a numerosos meridanos y turistas nacionales y extranjeros. Las cámaras fotográficas y de vídeo captaron cada movimiento de los jugadores, en una exhibición que arrancó buenos comentarios del público.

El juego de pelota, como explicó el maestro de ceremonias, tenía mucho de ritual entre los antiguos mayas y su importancia era tal que los guerreros se sentían honrados de participar en ese juego, aunque el final, según algunos historiadores, fuera la muerte para los integrantes del equipo perdedor.

A nombre de todos invocó al dios maya Hunab Ku para que bendiga a los habitantes del Estado y para que prevalezcan la salud, la paz, el respeto, los alimentos y el trabajo.

La noche fresca fue un motivo más para disfrutar el inusual espectáculo en el corazón del Centro Histórico y marcó el reencuentro de dos culturas: la maya, con el juego de pelota, y la española con la Catedral de fondo, y la Casa de Montejo, a un costado.

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