Marcha a la violencia

A partir de ahora se tienen que buscar medios pacíficos para detener los ataques, puesto que violencia genera violencia.

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Estaré siempre a favor de la vida, porque es la magia más grande, además es de los primeros derechos totalmente válidos, que no distingue raza, edad o género. Esta vida, a mi parecer, hay que defenderla a toda costa, desde intraútero hasta el último momento de una persona en estado terminal; siempre, cualquier vida, en cualquier edad o circunstancia, es relevante, es el tesoro más preciado y por tanto tenemos que cuidarlo.

Ahora me enfoco en las actitudes tomadas la semana pasada por grupos feministas en la Ciudad de México, pues resulta ser éste uno de los temas más relevantes, uno que ni siquiera es necesario debatir y que no debe polarizarnos como los otros rubros que frente a éste se vuelven secundarios, como el matrimonio entre parejas del mismo sexo, el proaborto, la eutanasia y la adopción por homosexuales.

Todos estos asuntos pasan a un segundo plano al ser la búsqueda de situaciones imprescindibles, como la vida de las mujeres, lo que primero tenemos que abordar para hablar de justicia y derechos humanos.

Estoy seguro de que la violencia no tiene género, los abusos sexuales, las violaciones y el acoso vienen de todos lados, solo que aquellos atentados frente a los ataques al género masculino son menos populares, ya que la sociedad tiene un pensamiento inclinado hacia el machismo. Pero eso no significa que se deba dar muerte a los hombres, pues al final todos somos seres humanos y la vida vale igual.

Lo ocurrido en México fue un parteaguas para que este tema se pusiera en la mesa; una marcha sin vandalismo no hubiera generado el mismo impacto, pero eso no quiere decir que haya sido correcto, aunque ninguna batalla se ha iniciado con paz, pero sí todas al perturbarla han llevado al sufrimiento y arrepentimiento. A partir de ahora se tienen que buscar medios pacíficos para detener los ataques, puesto que violencia genera violencia.

No se puede ir por la calle pidiendo respeto hacia un género cuando se está atacando al otro, tanto el machismo como el feminismo radical están completamente equivocados, todos valemos igual aunque seamos diferentes.

Tampoco podremos frenar la violencia si llegamos a casa y nos peleamos a insultos, si le mentamos la “mauser” a quien hace una tontera mientras estamos manejando, si permitimos el bullying, etcétera. No podemos andar por la vida pidiendo que la violencia, específicamente contra la mujer, se detenga si luego diremos que el aborto debe ser legal cuando resulta ser también una forma de violencia no solo contra el feto sino contra la madre.

La violencia no acaba y menos contra la mujer cuando existen los table dance, la prostitución, los roles de género no fisiológicos, el proabortismo, la impunidad y la pérdida de la tolerancia.

Los feminicidios van a terminar cuando todos pongamos de nuestra parte, cuando dejemos de quedarnos callados frente a los abusos, cuando sepamos proteger la vida, cuando se deje de emplear al cuerpo en mercadotecnia, cuando los periódicos no tengan una página vulgar con semidesnudas y en especial cuando aprendamos a tratar al otro como nos gustaría ser tratados.

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