Médicos le prohibieron correr, hoy es 'leyenda' del atletismo yucateco
Leonel Macías, de 64 años, evitó las indicaciones médicas y fomentó la activación física con fines altruistas.
William Casanova/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Unos especialistas en el sistema respiratorio, y otros en problemas de la espalda, los médicos coincidieron: “Por salud, le está prohibido correr”. Pero el decano de los fondistas yucatecos, Leonel Macías Sánchez, escogió una ruta inversa a las recomendaciones médicas para fomentar la activación física con fines altruistas.
A sus 64 años –nació el 2 de julio de 1951- tiene en su palmarés más de un centenar de maratones completados; sin contar las competencias atléticas menores a los 42.195 kilómetros, a los cuales es asiduo cada domingo.
“He completado ultramaratones de 100 kilómetros en ocho horas. A los 40 años completé 160 kilómetros en 15 horas, 17 minutos y 44 segundos”, recordó.
Son conocidos sus ultramaratones de la fe, que recauda apoyos para la construcción de templos católicos en Chelem, comisaría de Progreso, y el martes sumó un proyecto a su lista: la Primera Carrera por el Campo, que promueve formas sanas de vida, el consumo de productos orgánicos y el impulso de la producción agropecuaria local.
Aún triste por el fallecimiento de su mentor y amigo de toda la vida, Raúl Cervantes Blanquet, acaecido hace unas semanas, Leonel Macías se niega a ser considerado “un personaje” y aclara que, a diferencia de otros atletas locales, él no ha destacado por su velocidad ni por las veces que ha subido al pódium.
“No tengo nada qué demostrar a nadie. No compito para ganar, participo en las carreras por convivencia con la comunidad atlética, por promover estilos de vida saludable y por causas sociales”, indica.
Hijo del extinto cordelero Alberto Macías Berzunza y Ondina Sánchez Escalante, desde sus primeros años Leonel comenzó a correr por llamado de la naturaleza.
Si algo recuerda de la vida familiar, es la costumbre de acostarse a las 19:00 horas para despertar a las 4 ó 5 de la mañana del día siguiente. Y trotaba a la velocidad de los trucs, a un costado de las rieles de la colonia Mayapán.
“No sé si han visto la película Forrest Gump, pero me identifiqué con el protagonista. Yo también corría como caballo desbocado. En la secundaria lo notaron y el profesor de educación física me escogió para ‘quemar’ en las competencias escolares a los atletas de otras escuelas, me ordenaban correr a toda velocidad de 800 a 1,500 metros”, relata el presidente de la asociación civil Recorriendo.
Consciente de su potencial, dejó de escuchar las órdenes del instructor y elaboró su propia estrategia: correr justo detrás del líder y acelerar en los cierres; así comenzó a ganar sus primeras carreras y, con ello, una incongruencia del atletismo: “Nunca entendí por qué me regañaban por ganar las carreras, el maestro estaba furioso porque no obedecí la orden de quemar a los rivales”.