Mensaje a los políticos
Hace mucho que la política dejó de ser de importancia para el grueso de la población joven en México...
Hace mucho que la política dejó de ser de importancia para el grueso de la población joven en México. Quienes ahora vislumbran el mundo y comienzan a tomar las riendas de esta nación suelen recurrir a métodos alternativos para lograr aspiraciones personales y así contribuir al avance de nuestras sociedades.
Antes, los políticos eran admirados, respetados e incluso imponían miedo entre la gente. Hacer política era cosa seria y pocos tenían el privilegio de contribuir con los destinos del país y “servir al pueblo”. Si bien muchos no cumplían con la tarea asignada, por lo menos se mantenía la idea de que la política era la única forma para lograrlo. Sin embargo, eso fue hace demasiados años, cuando los “dinosaurios” gozaban del esplendor de la vida..
Los jóvenes del nuevo milenio hemos aprendido a hacer las cosas de manera diferente: la cultura del emprendedurismo, la profesionalización educativa e incluso la globalización han marcado nuevas tendencias en cuanto a las formas de actuar en pro de la sociedad. Todos los días nacen organizaciones civiles que apoyan diversas causas en donde los gobiernos han demostrado total incompetencia: educación, salud, seguridad, y lo que venga a nuestra mente…, pero ¿cuál ha sido la verdadera razón por la que los jóvenes de ahora aborrecen las formas de la política mexicana y mantienen una búsqueda continua de alternativas?
Para mí, el origen del problema se encuentra en la pérdida de un valor: la honestidad. Los de ahora hemos aprendido a leer los discursos, a mirar cuando alguien solamente sigue un guión, a distinguir entre las promesas vacías y los proyectos con causa. La educación a la que afortunadamente muchos de nosotros tenemos acceso nos ha formado un interés por conocer la profundidad del sistema y no sólo la superficie. Y aunque es claro que aún queda mucho por hacer, sí es necesario enviar un mensaje directo a la clase política: Cada vez es más difícil engañarnos.