¿Viejo, enfermo y sin dinero?
Jaime Gutiérrez Melchor: ¿Viejo, enfermo y sin dinero?
El ciclo y devenir de la vida es indefectible; no para, no se detiene y corre igual para toda persona.
Sin embargo, una gran cantidad de personas nunca considera que, un día, llegará a una edad en la cual la salud, la fuerza y el vigor vital le abandonarán.
Y a partir de ese momento se iniciará un dulce o amargo camino, el cual se prolongará por el resto de nuestros días.
El terminar nuestra vida, habiendo transitado por el dulce camino, será muestra de que como personas fuimos en algo, o quizás en mucho, muy previsoras y supimos prepararnos para esta larga etapa de la existencia, por ello seremos de esas personas que “cuando sean adultos mayores y gocen de solvencia económica y de una generosa pensión, jamás les faltará cariño”.
Por el contrario, si al llegar a la recta final de nuestra vida fuimos de esas personas que no pudimos, no supimos o nunca quisimos hacer algo por prepararnos para la vejez, seguramente el transitar por la vida será más que amargo, pues viviremos dependiendo en el mejor de los casos, del cariño y apoyo de los hijos, o quizás, del desapego y desatención de sus padres; quizás se viva de casa en casa de los hijos, tratando de evitar el rechazo y la no consideración de los yernos o de las nueras, e incluso, ni del cariño de los nietos porque “viejo, enfermo y con pobre pensión”, seguramente faltará más que cariño o que siendo viejitas y sin dinero, difícilmente serán bonitas y aceptadas, incluso, en la misma familia.
Así que, si usted desea que su vida futura no sea la que se describe como el camino amargo, siempre será un buen momento para sentarse a reflexionar y tratar de visualizar cuáles serán sus necesidades en el futuro, a partir de los sesenta y cinco años de edad en adelante.
¿Contará con la solvencia económica suficiente para constituir el patrimonio que le dará una vida holgada en la vejez?, ¿podrá usted vivir en su propia casa, sin tener que depender de que lo reciban en la casa del yerno exigente o de la nuera regañona y de los irrespetuosos nietos?, ¿podrá decir: gracias Señor por haberme iluminado en mi juventud y haberme permitido reunir lo suficiente para ser solvente e independiente en mi vejez?
Sé que es difícil para muchas personas emprender acciones que les lleven a disfrutar de una vejez feliz, dulce y duradera, pero algo es posible hacer, sepa que sí es posible; si no sabe cómo hacerlo, acérquese a un profesional que le oriente en qué y cómo hacerle para evitar que usted sea viejo, enfermo y sin dinero.