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Los políticos son muy proclives al mimetismo, es decir, imitar gestos, movimientos, manera de hablar o de actuar de otra persona, generalmente el jefe en turno, en tanto construyen su propia imagen, o bien nunca llegan a lograrlo. Ellos justifican estas conductas diciendo que hay que saber adaptarse a los tiempos y circunstancias.

Todos en algún momento de la vida hemos experimentado esa mimesis. Aristóteles la describía como elemento fundamental en las tragedias griegas, pero debía ser de las acciones de hombres virtuosos. Nuestros primeros modelos de conducta los tenemos en casa, en la infancia, luego en la escuela y finalmente al incorporarnos al ámbito laboral. Somos, entonces, una amalgama de vivencias y experiencias de vida que nos van moldeando hasta formar nuestra personalidad y carácter.

Mucho de nuestra forma de ser, pensar y actuar la abrevamos donde fuimos formados en diferentes etapas de nuestro andar. A veces esas conductas se llevan al extremo y se etiqueta a instituciones, grupos o asociaciones e identifican a sus integrantes. En las fuerzas armadas, la disciplina y la obediencia se radicalizan y nos tachan de ser “cuadrados”; en los boy scouts, su espíritu de ayuda a la comunidad es su distintivo; en la política el patrón es ser “camaleónicos”, como el dicho marinero, navegar a barlovento (hacia donde sopla el viento), mientras otros van a la deriva en espera de que sople viento en popa.

Vea si no, actualmente es común que los políticos cambien de partido, color, ideología, principios, valores (es un decir) y hasta forma de vestir y andar. En el Gobierno (de cualquier nivel), ahora que se acerca la sucesión presidencial muchos funcionarios insisten en copiar las conductas del jefe en turno, aunque a muchos no les ha redituado el mismo discurso y han tenido que importar y pagar onerosos servicios de expertos en imagen, como el caso de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, que al menos ya gesticula y mueve las manos en sus discursos. Pronto se verán imágenes rejuvenecidas y figuras estilizadas (vía Photoshop) en las campañas.

Otros mienten igual o más que el líder (Alejandro encinas, caso Ayotzinapa); hacen giras como en campaña denostando a sus enemigos (titular de Segob, Adán Augusto López); ventilan conversaciones para acabar con sus adversarios y negando espionaje (gobernadora de Campeche, Layda Sansores y senador Ricardo Monreal); rechazan la incapacidad de resolver los grandes temas del país o de su comunidad culpando al pasado (Adán Augusto, Monreal, Encinas); niegan promesas hechas en su momento por su líder (director de Pemex, Octavio Romero Oropeza); atacan a los medios y periodistas que los critican (Adán Augusto, Encinas y otros); justifican la desarticulación de instituciones y organismos con el argumento de que hay corrupción (directores del Issste e IMSS y otros), pero ésta no ha sido erradicada.

Se miente, se oculta, se justifica o se ignora cualquier reclamo de la ciudadanía –desde un buen sistema de salud, medicinas, presupuestos y hasta servicios básicos–, es un patrón de conducta de varios gobernantes y funcionarios (de los tres niveles) que, ante la develación de sus inconsistencias o mentiras cambian el mimetismo por el camuflaje, es decir, la adaptación para “desaparecer” de su entorno, para no ser vistos y evitar ser atrapados. Mucho de esto veremos en los siguientes meses. Pero el camuflaje no es para siempre.

Anexo “1”

Relevos en la Guardia Nacional

Aunque el pase de la Guardia Nacional (GN) está suspendido porque esta semana la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio entrada a la impugnación de senadores de la posición, el Ejército ha comenzado a mover sus fichas en los mandos de esa corporación, lo que infiere que da por hecho que tendrá bajo su control a la GN.

El miércoles se informó que el contralmirante de Infantería de Marina, Domingo Tito Bahena Salgado, dejó el cargo de comisario en Yucatán y será relevado por el general brigadier José Inés Meléndez Estrada. Según fuentes fidedignas, Bahena Salgado se reincorporó a la Semar y paulatinamente lo harán otros mandos de la Armada que serán sustituidos por los del Ejército. Lo mismo se hará paulatinamente con el personal de la Marina comisionado en la GN.

Habíamos comentado que, en Yucatán, debido a sus altos índices de seguridad, la GN pasaba casi desapercibida. El pasado mes de septiembre, Bahena Salgado dijo que el pase de la Guardia Nacionalal Ejército “no cambia nada, todo sigue igual”.

“En la parte operativa y administrativa vamos a depender de ellos (del Ejército), pero la estructura continúa igual, sólo que vamos a recibir las órdenes directamente de ellos a través de nuestro comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio”. Eso dijo, pero parece que la Sedena prefiere a sus cuadros. ¿Para mejorar su imagen?

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