Mucho amor y demasiado amor
Felipe Escalante: Mucho amor y demasiado amor
Buenos días, estimados lectores. El propósito de esta columna es procurar el buen uso del idioma español, no se trata de irritar a nadie. Hecha esta aclaración, iniciamos la caza de gazapos.
DEMASIADO AMOR. 1) El 14 de febrero pasado en las redes sociales algunos progenitores de uno y otro sexo dicen a sus vástagos: “te quiero demasiado”. 2) En entrevista televisiva vemos a una destacada atleta quien, por razones de trabajo, pasó el fin de año alejada de su familia. La joven deportista lamenta su ausencia del hogar y se duele de la situación de su esposo, quien “me extraña demasiado”. 3) Con el fin de atraer turistas hacia Yucatán una empresa de viajes anuncia en el Facebook: “Por su gastronomía, México es demasiado conocido alrededor del mundo”. Y luego, en la misma nota, afirma: “el poc chuc se come con demasiadas tortillas”.
Cuidado con ese amor excesivo y también con el México demasiado conocido y la ingesta de demasiadas tortillas. Esas cosas en demasía pueden resultar perjudiciales. En estos casos usar el adjetivo demasiado es una impropiedad. Demasiado es equivalente a “inmoderado, de sobra, desmesurado, exorbitante, extralimitado”. Profesar un amor así entraña un comportamiento que sobrepasa los límites de lo que se entiende como correcto, admisible o lícito; es “excederse, desmandarse, pasarse de la raya”. La expresión correcta es “te quiero mucho o sea, que excede lo ordinario, regular o preciso. Es amar con abundancia, en alto grado. También podemos emplear un superlativo: te quiero muchísimo. No debemos decir “te quiero demasiado”, o “te extraño demasiado”, a no ser que se trate de algo indebido o incorrecto. Lo mismo se aplica al “demasiado conocido” y las “demasiadas tortillas”. En lugar del adjetivo “demasiado” debemos decir: México es muy conocido por su gastronomía y el poc chuc se come con muchas o muchísimas tortillas.
FUNCIONARIO PÚBLICO. Don Mario Chacón Medina nos envió un último pleonasmo: “funcionario público”, expresión muy común en periódicos y revistas. El lexicón define la voz “funcionario” de modo concluyente: “la persona que desempeña un empleo público”. En consecuencia, los funcionarios siempre son empleados públicos. Si decimos “funcionario público” empleamos más palabras de las necesarias. Con decir solamente “funcionario” entendemos que se trata de un servidor público. Muchas gracias por el gazapo, amigo Mario. Un par de impactos de durísimos guijarros derriban la impropiedad y el pleonasmo, respectivamente; guardamos los gazapos en el sabucán y concluimos la cacería. Hasta el próximo tirahulazo.