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Nadie sale incólume de las turbias aguas de la política, pero incluso navegando en ellas se puede mantener la integridad, los principios y la congruencia, son casos extraordinarios, pero reales, vivos, y uno de ellos es la maestra Georgina Rosado Rosado, quien lo confiesa todo en su libro “Una mujer en campaña” (Ed. El nido del fénix).

Este testimonio autobiográfico que se convierte en un ensayo de la política yuca teca y mexicana, nos permite conocerla más a fondo, y confieso, la admiro ahora mucho más que cuando abrí la primera página de este libro. Su vida personal, tejida con su trayectoria política y académica, se develan por completo, con la complicidad con sus lectores habla de manera sincera, “sin tapujos, ni pudores, sin verdades a medias o disfrazadas para ocultar situaciones comprometedoras”.

Mujer de izquierda, transgresora, irreverrente, mujer de lucha, de justicia e ideales, con espíritu libre y corazón lleno de esperanza, esta es la Georgina que vamos descubriendo en cada página y la que va asombrándonos cada vez más y más. Leyendo la imagino como una Matrioshka, las muñecas rusas que contienen varias dentro de sí mismas; en este libro así decidió mostrarse en todas sus facetas, todas sus verdades, desilusiones y experiencias.

Incursionó, casi por casualidad, como dice ella misma, en el sindicalismo, donde afloró su liderazgo y sus ansias de mejorar las condiciones laborales de los empleados del extinto BANRURAL, donde trabajó, esto la llevó a adentrarse en la política, primero con el PT y luego el PRD, tan sólo para descubrir, tras múltiples traiciones y decepciones “a fuerza de golpes… que la política es muy sucia” (y sigue igual), y que los hombres en el poder son implacables con las mujeres. Resalta el hecho del desdén y nulo apoyo de su partido aún siendo su candidata, y por el cual entregó alma, corazón, tiempo y hasta su propio dinero.

Paralelamente su importante trayectoria en el campo de la investigación sobre temas de género como catedrática de la UADY no cesó nunca, gracias a sus aportaciones se dieron los primeros pasos para incluir la perspectiva de género y poner el tema de la violencia sobre las mujeres en el centro de la mesa, desde la academia hasta la creación del IEGY el cual dirigió contra viento y marea, dejando huellas que hoy todavía, desde la administración pública, se notan.

Su cercanía con los dos directores de los principales periódicos de Yucatán en la década de los noventas, así como como la forma en que conoció y llegó a ser muy cercana del gobernador Víctor Cervera Pacheco, son episodios de su vida que sólo demuestran su valentía y espíritu inquebrantable. En pocas líneas me es imposible abarcar todo lo que descubrí de admirable en ella, y las veces que leyéndola sentí su misma desolación cuando quieres luchar contra molinos de viento.

Una vez más sus palabras llegan como una saeta que da en el blanco, como aquella vez que me dijo: “las personas valiosas y congruentes no duran en la gestión pública”, y tiene toda la razón, pero sí duran en los actos y en los hechos, en sus logros, aunque invisibilicen sus nombres. El suyo es ya imborrable. Una mujer bella por dentro y por fuera, quien conoció el amor en el momento justo, madre de una hija extraordinaria, y pilar de muchas otras mujeres de diferentes gene raciones. No ha llegado aún el momento de pasar la estafeta, aún queda mucho todavía para esta mujer en campaña que bordea pre cipicios y sobrevuela riscos.

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