Yucatán: Cubrebocas ya son un contaminante del medio ambiente difícil de manejar
Llaman a evitar usar los desechables pues sus microplásticos dañan la fauna
Por Cecilia García Olivier/MÉRIDA, Yuc.- Las calles, parques, sitios que rodean hospitales y centros de salud tienen ahora un nuevo tipo de basura. Se llaman cubrebocas y esta contaminación se puede extender por 450 años si no se logra un adecuado manejo.
Lo peor de todo es que esta basura ya está llegando a la playa y los mares de Yucatán.
“Desde que estamos en pandemia, en las limpiezas de playas ya aparecen los cubrebocas en la basura recolectada. De una tonelada de desechos las brigadas pueden encontrar entre 10 o 15 cubrebocas. Lamentablemente por su composición, estos residuos nuevos no flotan y es posible que terminen en el fondo del mar o adentro de algún animalito”, aclaró Eduardo Negrete, líder ambiental de Ríos Limpios AC.
Mejor usar cubrebocas lavable
Para el entrevistado es fundamental que se promueva más el uso del cubrebocas lavable y que, si hay que desecharlo, se corte en trocitos y se coloquen en una botella de pet, bien sellada, y luego se tire a la basura.
Chelem sin basura
Por su parte, Patricia Lara Palma, quien integra con 15 familias el colectivo Chelem sin Basura, conformado por vecinos de esa comisaría progreseña, que cada semana salen a limpiar las playas, confirmó que también han encontrado cubrebocas entre los desechos.
Armando Balam, pescador de Chelem y también integrante de Chelem sin Basura, comenta que, cuando sale a hacer pesca ribereña (a unos 12 metros de la costa), cada vez que sacan la red pueden encontrarse con uno o dos cubrebocas.
“Yo pensaba que los arrojaban los que salen en lanchas o yates a navegar, pero si no flotan, puede ser que los arrastre la corriente, terminen en el fondo del mar y nosotros los saquemos con las redes”, opina el pescador.
Incidencia de los cubrebocas en la contaminación
Mariana Quesadas Rojas es química, estudia un doctorado en Ciencias del Mar y Limnología y trabaja en su tesis sobre contaminación por microplásticos en una laguna costera. Con ella platicamos sobre la incidencia de los cubrebocas en la contaminación del medio ambiente.
La investigadora cuenta que es un hecho que el consumo de desechables –incluidos los cubrebocas- se ha incrementado a partir de la pandemia.
Esto, en conjunto con el problema de manejo de residuos que ya teníamos, pone en serio riesgo de contaminación por plásticos a nuestro medio ambiente, con probables consecuencias -aún no demostradas, pero latentes- hacia la salud humana, señala.
Sobre la transmisión del Covid-19 por fomites (objetos contaminados con el virus como los cubrebocas), la química explica que es rara, poco habitual y está en estudio.
“Aunque los fomites pueden ser una vía de infección de otros organismos patógenos, que potencialmente podrían transmitirse a otras personas o animales”, recalca.
Lo que preocupa a Mariana es que, como los cubrebocas están hechos de materiales plásticos, potencialmente pueden causar los mismos efectos que se han visto en otros objetos de este material, como las bolsas, los popotes, entre otros.
“Esos materiales pueden causar la muerte de animales (como aves, tortugas y mamíferos marinos), por ingestión o atascamiento, transportar organismos patógenos de lugar a otro y absorber y desorber una gran variedad de contaminantes como plaguicidas, aditivos de la industria plástica, metales pesados, entre otros”, explica.
Cubrebocas liberan microplásticos
Mariana también indica que, por la acción de la radiación ultravioleta, los cubrebocas pueden liberar hasta 173 mil microplásticos por día y esta clase de partículas es persistente en el medio ambiente y tienen mayor capacidad para ingresar a la cadena trófica.
“Aunque todavía se está estudiando la magnitud de la posible afectación de estas partículas en la salud humana, es evidente que, al incrementar la producción plástica y el mal manejo de la basura, las consecuencias de la contaminación se harán más evidentes con el tiempo”, remarca.
Sobre el manejo del cubrebocas como desecho biológico-infeccioso (RPBI), la química señala que, a nivel hospitalario sí se realiza.
Sin embargo, cuando se considera toda la población como generadora de mascarillas y demás equipo de protección, el manejo de esta basura como RPBI se complica, porque la cantidad de residuos es muchísimo mayor, lo que incrementa los costos y genera problemas de logística.
“El uso extendido de las mascarillas, aunque nos protege de los contagios, hace que su tratamiento como RPBI en toda la ciudad sea inviable, al menos con el mismo esquema que en un hospital”, explica.
La química e investigadora espera que la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus nos haga más conscientes de cómo nuestras acciones impactan la vida de otros.
“Y esto puede ser un motor de cambio social, que nos permita, entre otras cosas, ir mejorando en la gestión de los residuos sólidos”, concluye.
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