Olga Rosas Moya, una mujer apasionada de la función pública

Con firme sentido del valor de la familia, Rosas Moya dice estar consciente de que todos los días tenemos algo qué mejorar.

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Olga Rosas Moya es licenciada en Educación con Maestría en Administración Pública por el Instituto Nacional de Administración Pública. (Fotos: Jorge Acosta )
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Nalleli Calderón/MÉRIDA

La fuerte personalidad y la convicción de que el éxito se logra a base de reflexión, análisis y mejora continua son características que definen a la secretaria de Administración y Finanzas, Olga Rosas Moya.

De porte elegante y saco blanco, la funcionaria habló sobre su trayectoria, vida personal y algunas situaciones que ha experimentado y de las que se siente afortunada.

En la comodidad de su oficina y en amena charla, recordó que su infancia fue maravillosa, pues creció en una familia rodeada de amor, alegría, juegos y travesuras que disfrutaba con sus hermanos. No obstante, la disciplina también estuvo presente para cumplir con sus obligaciones y responsabilidades educativas y familiares.

“Jugaba con mis muñecas, salía a montar bicicleta, vivía cerca del parque de Las Américas, a la vuelta de la iglesia de Fátima, enfrente de un convento al que me encantaba ir a preparar galletas con las monjitas. Tengo muchos recuerdos, nos íbamos dos o tres veces al año con mis papás a la capital del país, porque mis abuelos vivían en la Ciudad de México, y a Veracruz. Recorría con mis hermanos caminando todos los vagones del tren, veíamos los paisajes y el ruido del ‘chucu chucu’ del ferrocarril”, rememora con añoranza.

Entre sus recuerdos, al hablar de comida, se declaró amante de la cocina yucateca y recordó que unas personas que trabajaron en su casa, hace muchos años, la invitaban a comer relleno negro y disfrutaba de llegar temprano para preparar los chiles quemados y molerlos para hacer el condimento.

Su primer trabajo lo obtuvo mientras estudiaba la preparatoria, dando asesorías de regularización a alumnos en la materia de Matemáticas, ése fue su primer acercamiento a la educación. Años después, fundó el Colegio Iberoamericano. “Yo no busqué el trabajo, sino él me buscó a mí”.

Diez años después, la invitaron a trabajar en el Gobierno del Estado, etapa en la que descubrió su amor y pasión por la función pública. Los años pasan y la vida le tenía preparada una nueva encomienda, esta vez, como subdirectora general del DIF nacional del Gobierno Federal.

“Para mí era un enorme reto que me llenaba de emoción, como cuando ves un enorme pastel que te lo quieres comer -dice de manera efusiva-, obviamente con tus miedos y temores, pero sobre todo, con enormes ganas de explorar otros terrenos en la función pública”, mencionó.

Al terminar su gestión, las relaciones personales entabladas con diversos funcionarios del gabinete federal le dieron la oportunidad de desempeñarse como Oficial Mayor de la Procuraduría Fiscal de la Federación y posteriormente llegar al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes.

En el ámbito internacional fue delegada de México ante la Organización de los Estados Americanos (OEA)

¿Cuál es su perfume favorito?

Hablar de perfume es hablar de olores que se vuelven sensaciones; por ejemplo, el olor a tierra mojada o de la brisa del mar –aspira profundo- esos son olores que ningún perfume supera.
Aunque creo que tampoco hay mejor olor como el que sientes cuando llegas a casa de tu mamá y al abrir la puerta huele a comida del hogar. Pero sí tengo unos perfumes favoritos, como el Quatre Boucheron y el clásico de Channel No. 5.

¿Su comida favorita?

A mí me dices comida y lo primero que pienso es en familia, hogar y amigos. Para mí es el gran pretexto para tener un momento de convivencia con las personas que quieres y disfrutas.

Comida es sinónimo, para mí, de unión, reunión y momentos. La comida yucateca es la reina de las comidas, me encantan todos los sabores de los mercados. Recuerda algunas, y carcajea.

¿Frase o refrán con que se identifique?

De las cosas que más me repito son las de agradecer y bendecir todos los días por un día más, por lo que uno tiene, así como bendecir a todas las personas.

¿Personaje que le haya marcado?

Sin dudarlo ni un momento respondió: Mi mamá y mi papá. Aunque de los personajes históricos, me gustan los bíblicos, y dentro de los más importantes, no deja de ser el de Jesús, sin importar de qué religión seas.

¿Cuándo era niña, a qué aspiraba ser de grande?

Cuando era niña me imaginaba ser distintas cosas a corto plazo, pero era jugar, y obvio (sonríe un tanto con obviedad), casarme y tener hijos, no me imaginaba de otra manera. Cuando fui creciendo se fueron dando otras situaciones, hasta que me enamoré de una de mis pasiones, la función pública.

¿Ejercicio?

Suelta una carcajada y responde: ¡En mi mente!, todos los días digo que tengo que hacer ejercicio, pero me cuesta trabajo tener una rutina para ello. Ayer me desperté para caminar un rato y me dio un tirón, entonces hoy ya no pude caminar, así me pasa siempre y no puedo hacer ejercicio.

Pero me gusta mucho ver los deportes, sobre todo cuando hay Copa Mundial u Olimpiada, o la final del torneo de la Liga Mexicana de Futbol.

¿Canción o cantante favorito?

La música latinoamericana, ¡ay! (suspira). Me gustan tantos que si te tengo que decir uno en particular me metes en problemas –bromea-, pero me gusta mucho Mercedes Sosa, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. La canción, la de “Gracias a la vida”, de Violeta Parra, aunque también me gustan las que son de protesta y lucha para conseguir un mundo mejor.

¿Fue noviera?

Sí, sonríe pícara. Si le preguntas a mi mamá te dirá que era terrible. Creo que desde el kínder tuve novio, y luego creo que desde quinto de primaria tuve noviecitos de esos típicos de temporada de esos que en la noche salías a jugar “tamalitos a la olla” o “calabaceado”.

¿Definición de amor?

Es la transformación de un sentimiento en una decisión. Me negaría a pensar que el amor es una cosa que me llegó porque también hay voluntad, es una decisión, se trabaja, se esmera todos los días.

Amar a alguien, a quien sea, no es solo un evento de la casualidad, sino es una decisión que te hace ser una persona más generosa y cuidadosa por los demás.

¿Mejor virtud?

Cómo te voy a contestar eso, me da pena, porque uno como que crece sin acostumbrarse al autohalago o a hablar de sus propias virtudes.

¿Peor defecto?

¡Uf! Ahí sí, a veces me enojo muy rápido cuando estoy bajo mucha presión porque le subo dos rayitas al tono, trato de combinar lo “light” y lo relajado, me gusta tener un ambiente laboral y en el hogar relajado porque estoy convencida de que las personas nos desarrollamos mejor en ambientes amables, alegres y de mucho respecto.

Sin embargo, cuando hay que tomar decisiones, guiar y empujar para lograr los objetivos hay que tomar con toda la seriedad y firmeza.

¿Algo qué mejorar?

Todos los días tenemos algo qué mejorar, el éxito se basa en eso, en que uno tenga la capacidad de reflexionar, analizar y encontrar qué es lo que puede mejorar en su persona y en todo lo que hace.

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