Decimoctavo
El Poder de la Pluma.
William Ury, cofundador del Programa sobre Negociación de la Universidad de Harvard y que cuenta con una experiencia de más de cuatro décadas mediando en algunos de los conflictos globales más complicados de nuestra era, cuenta que una de sus historias favoritas sobre negociación trata acerca de un hombre que dejó a sus tres hijos su manada de 17 camellos en herencia. Y estableció que al mayor de los tres le legaba la mitad de los camellos; al de en medio le dejaba un tercio, y al más joven le asignaba una novena parte de la manada.
Así, los tres hijos se involucraron en una intensa y complicada negociación acerca de cuántos camellos debía recibir cada uno, ya que 17 no es una cifra divisible entre 2, ni entre 3 y tampoco entre 9. Los ánimos se caldearon y no les era posible llegar a un acuerdo razonable que todos aceptaran, así que, ya impacientes por alcanzar un trato, decidieron consultar a una mujer anciana y sabia. Ella, después de escuchar con paciencia el enredo, les dijo: “Miren muchachos, no sé si podré ayudarlos, pero al menos yo les regalo un camello”.
De modo que ahora, contando con 18 camellos, el hijo mayor tomó la mitad, o sea nueve, el mediano tomó su tercera parte, o seis, y el menor pudo quedarse con un noveno, es decir dos camellos. Les sobró un camello, que inmediatamente devolvieron a la sabia mujer agradeciéndole sus servicios.
Así son muchos conflictos hoy en día, parecen imposibles de resolver, no se ve en el horizonte una salida, pero quizás solamente haga falta dar un paso hacia atrás, ver la situación desde otro ángulo más fresco, y regresar a la mesa con el decimoctavo camello.
Por otro lado y debido a que los seres humanos somos propensos al conflicto y hemos desarrollado una gran habilidad para producir armas destructivas, conviene reflexionar acerca de cómo lidiamos para conciliar nuestras más profundas diferencias, y en especial con qué actitudes asistimos a la negociación.
Los bosquimanos, como se conoce a diversas tribus que habitan la región del desierto de Kalahari, al sur de África, utilizan para cazar unas flechas especiales impregnadas con un poderoso y mortal veneno. Cuando un conflicto surge entre ellos y amenaza con convertirse en algo destructivo, lo primero que se hace es que alguien va y esconde las flechas venenosas, entonces se sientan todos en un círculo y hacen dos cosas: escuchar y hablar, y nadie descansa hasta que se alcanza un acuerdo, o mejor, una reconciliación.
En Homún, como en otros conflictos, yo solo espero que sean capaces todos de esconder sus flechas venenosas: intereses ocultos o mala fe, y que con talento, transparencia y honestidad, puedan encontrar el decimoctavo camello que tanta falta les hace.