Este mes de abril nos impulsa a todos los lectores de oficio, que afortunadamente todavía somos muchos, a recordar a dos figuras universales de la literatura, Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare. Cada uno en su idioma y sus circunstancias socioculturales, pero ambos, geniales.

A los herederos históricos del idioma español, que somos un continente, los maestros de Literatura nos han enseñado que, después de la Biblia, es “El Quijote”, la obra literaria traducida a mayor número de idiomas en el mundo.

Asimismo, que al período comprendido de 1492 a 1681, se le conoce como el Siglo de Oro de las Letras Españolas, siendo precisamente durante este auge cuando Cervantes escribió sus obras, aunque dicen sus biógrafos, que él se formó durante el humanismo del siglo XVI.

En lo personal yo siempre quise saber por qué, entre otros alias, como el de “El Caballero de la triste figura”, como le decía Sancho Panza, le llamaban también “El manco de Lepanto”, y hasta últimamente, en vacaciones, en un librito muy viejo, me vine a enterar que, en la Batalla de Lepanto del 7 de octubre de 1571, contra los turcos, sufrió Cervantes una herida que le inutilizó la mano izquierda.

Pero volvamos al mes de abril; en una revista muy prestigiada leí que el dato histórico oficial es que Cervantes y Shakespeare murieron el 23 de abril de 1616, pero como entonces en España se usaba el calendario Gregoriano y en Inglaterra el Juliano, en realidad fallecieron con diez días de diferencia.

Con seguridad muchos de ustedes ya lo sabían, pero yo no. Releyendo mis apuntes me enteré que la primera parte de “Don Quijote” se publicó en 1605, y fue diez años más tarde, en 1615, cuando se publicó la segunda parte. Los investigadores nos dicen que esto tuvo lugar un año antes de su muerte. Además, en honor de ellos, se celebra el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor cada 23 de abril.

La historia de este personaje se prolonga hasta nuestros días, considerando que fue en marzo de 2015 cuando fueron hallados los restos mortuorios de Miguel de Cervantes y su esposa Catalina de Salazar Palacios, en la cripta de la iglesia del Convento de las Trinitarias, junto con quince restos áridos más.

Si un personaje famoso de nuestro mundo actual cree realmente ser una estrella del firmamento artístico en cualquiera de sus modalidades, habría que saber que un artista literario del siglo XVI, Cervantes, fue el nombre que, tras una votación en línea, se le puso a una nueva estrella del cosmos recién descubierta y, por si fuera poco, los cuatro planetas que la orbitan llevan los nombres de QUIJOTE, ROCINANTE, SANCHO PANZA Y DULCINEA, y los tendrán por los siglos de los siglos.

En abril, mes que transcurre, y en el Día Internacional del Libro, debemos hacerles una visita lectora a la obra, u obras de Cervantes y Shakespeare que tengamos en nuestros libreros o esté a nuestro alcance.