La mente: maestra y amiga

Columna de Roberto Díaz y Díaz: La mente: maestra y amiga

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Cuando en nuestra vida se presentan oscuros nubarrones que presagian tempestades o cuando sufrimos dolorosos tropiezos o descalabros, debemos recurrir a nuestra mente. Ella es la maestra y la amiga, es la que nos asesora para enfrentar con decoro, dignidad y valentía esos difíciles momentos.

Cuando esos sinsabores se presentan en nuestra vida, hacen que nos preguntemos: ¿qué puedo aprender de esto?, ¿cómo me puede fortalecer este complicado y penoso suceso?, ¿qué puedo hacer para que esto que me pone a prueba haga brotar lo mejor de mí?, ¿qué sentido tiene para mi existencia?

Tenemos que tomar “el toro por los cuernos” y afrontar las dificultades que se nos presentan. Porque en la vida, el 10 por ciento es lo que nos sucede, y el 90 por ciento cómo reaccionamos ante ello.

Debemos comprender que el problema no radica en lo que nos pasa, sino en lo que pensamos acerca de ello. De tal suerte, que un problema, una enfermedad o una tragedia tiene que ser para nosotros una oportunidad de crecimiento. No hay que olvidar que “el hierro se templa a golpes”.

Para las personas que se sienten víctimas cuando les pasa algo así, es una tragedia y una maldición; mientras que para el triunfador, es una oportunidad y una enseñanza.

Hay que entender que existen cosas en las que podemos influir, y otras en las que no. Frecuentemente son las cosas exteriores en las que no podemos actuar. Pero en las que sí podemos intervenir y cambiar son las que pasan en nuestro interior, esa es la “actitud” que tomamos ante un suceso de nuestra vida.

Nosotros somos los forjadores de nuestro destino, si actuamos con mentalidad positiva. Sólo así podremos generar optimismo y ánimo ante la vida y generarlo en las personas que nos rodean.

Sin embargo, hay que aceptar nuestro destino y no ser necios en vivir luchando en vano contra la realidad. Debemos formarnos el hábito de hacer las cosas que a los fracasados no les gusta emprender.

Si no buscas tu superación ni tienes el deseo ferviente de salir adelante, nadie lo hará por ti. Debemos pensar que sí podemos, y ser disciplinados para lograrlo.

“Somos lo que pensamos, tal como pensamos seremos; nuestros logros y fracasos son el resultado de nuestros pensamientos positivos o negativos”.

Cuántas personas tienen prisa por morirse y no están viviendo, sino sólo tolerando sus vidas. No hacen las cosas que les gustan, sino que sufren todo lo que hacen. Ya el destino los alcanzó y sienten que no han vivido, son los que llevan su ataúd a cuestas.

Se nos dio el tremendo poder de “elegir conscientemente” y la vida es una constante toma de decisiones, en la que minuto a minuto tenemos la posibilidad de hacer uso de esa facultad, especialmente en los momentos de adversidad.

Bien dice H.W. Beecher: “Dios no le pregunta a ninguna persona si acepta o no la vida. Esa no es la elección, tenemos que aceptarla. La única elección es como hacerlo”. No olvidemos que la vida puede ser una suave sonrisa o una fuerte bofetada, todo depende la cara con que la veamos.

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