Un corredor con historia y riqueza arquitectónica en Mérida
Guillermo Hülsz Piccone compartió los resultados de una investigación acerca de su bisabuelo Giacomo Piccone, creador del corredor en la ciudad de Mérida.
Joel González/Novedades Yucatán/Mérida
Con el conversatorio “Pasaje de la Revolución: los pasos hacia el camino de la transformación”, Guillermo Hülsz Piccone, compartió con los yucatecos los resultados de una investigación acerca de su bisabuelo Giacomo Piccone, creador del emblemático corredor meridano, como parte del programa mensual “Punto de Encuentro”, que presenta el Museo Fernando García Ponce.
En el encuentro se presentaron fotografías y narraciones inéditas recopiladas por el investigador durante más de una década, entre Italia y México, y que tienen como eje central el histórico espacio, el cual se basa en el arte con el que fue creado y como punto de encuentro de la sociedad yucateca.
En entrevista, dijo que familia Piccone es poseedora de una arraigada tradición en el campo de la construcción en piedra, la cual ha continuado de generación en generación en su natal San Remo, Italia.
Abundó que la obra del arquitecto italiano Giacomo “Santiago” Piccone, la cual realizó en tierras italianas y en México, desde su llegada en 1909, fue para colaborar en la construcción del Teatro Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes.
El también arquitecto, indicó que en el marco del centenario del Pasaje Revolución, ubicado entre la Catedral de San Ildefonso y el edificio del Ateneo Peninsular, destaca la trasformación que ha tenido, así como el proyecto original desarrollado por su bisabuelo, el cual contemplaba murales, esculturas y adornos que nunca se llegaron a realizar.
Asimismo, se llevó a cabo la lectura a textos escritos por importantes personajes durante la inauguración del corredor en 1918 y se proyectaron imágenes del archivo familiar, que dan testimonio de esta obra que se posicionó como el primer monumento dedicado al triunfo de la Revolución Mexicana en tiempos del Gral. Salvador Alvarado, y cuyo objetivo principal es servir como andador con múltiples lenguajes, que son parte fundamental de la imagen arquitectónica de la sociedad yucateca desde principios del siglo XX.
Guillermo A. Hülsz Piccone nació en la Ciudad de México en 1955, estudió Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); se recibió con Mención Honorífica por su tesis “Remodelación de la Plaza y estacionamiento subterráneo para el Palacio de Bellas Artes” e hizo una Maestría en Restauración de Monumentos.
Estudió Escenografía, también en la UNAM; trabajó en las obras de varios centros históricos, como parte de proyectos de la Dirección de Monumentos Históricos del INAH, donde también fue coordinador de la oficina de Obras de Restauración, y después como free lance en ambientación, montajes museográficos, pintura de murales decorativos, réplicas de murales antiguos y trampantojos.
Ha realizado varias exposiciones individuales de pintura y fotografía y ha sido responsable de la dirección de arte para filmación de videos, películas y cortometrajes.
Destacado arquitecto
Guillermo A. Hülsz Piccone nació en 1955; estudió Arquitectura en la UNAM. Escribió la tesis “Remodelación de la Plaza y estacionamiento subterráneo para el Palacio de Bellas Artes.
En el evento Marco Díaz Güemez historiador y académico de la ESAY, encabezó un recorrido por la historia de la construcción del Pasaje Revolución, que es punto de reunión de meridanos y visitantes que llegan a la ciudad.
Mudo testigo
Creado hace más de un siglo, hoy el Pasaje Revolución es espacio de convivencia ciudadana, un lugar para descansar antes de continuar el camino y un sitio importante para la exhibición de obras o actividades culturales; se ubica a un costado de la iglesia Catedral.
Un suceso que marcó la ruptura de la Iglesia y el Estado fue la demolición de las dos capillas del sur de la Catedral y parte del Palacio Episcopal y del antiguo Seminario de San Ildefonso, que estaban en la misma manzana, sobre la calle 58, para dar paso en 1916 a un andador peatonal en lo que hoy conocemos como el Pasaje a la Revolución.
El general Salvador Alvarado, gobernador de Yucatán de 1915 a 1917, mandó demoler lo que formó parte en su momento de una corriente de transformación arquitectónica, no exenta de polémica, por la destrucción de las edificaciones católicas.
Los especialistas manifiestan que la historia del Pasaje de la Revolución esta vinculada con la arquitectura de París del siglo XIX y con la transformación de Mérida que siempre tuvo influencias de esta ciudad de europea, además podríamos estar hablando del primer monumento a la Revolución Mexicana que se edificó en el país.
Lo que hoy es el Museo Fernando García Ponce (Macay), fue en sus inicios el Palacio Episcopal anexo a la Catedral. A mediados del siglo XIX, con las leyes de Reforma, se determina la propiedad del Estado sobre el edificio, por lo que Salvador Alvarado dispone la ocupación del inmueble para servir de alojamiento a sus tropas (19 de marzo de 1915) para, finalmente, ser incautado el 5 de junio del mismo año.
El arquitecto italiano Adamo Boari, constructor del Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México invitó a Giacomo Piccone, que provenía de una familia de San Remo, Italia, que había sido constructora por generaciones, a desarrollar el proyecto y la construcción en 1915 y tres años después se inauguró.
Los trabajos comenzaron a principios de noviembre de 1915. Fue necesario importar materiales de los Estados Unidos, sobre todo los cristales que se usaron para cubrir el Pasaje, muchos llegaron rotos y hubo que solicitar reposiciones. En total se perdieron seis meses por la espera.
Este pasaje de estilo afrancesado fue coronado a ambos extremos por sendos arcos, de estilo similar al renombrado Ateneo Peninsular, y se le cubrió con una techumbre de cristales sostenida por un entramado de metal. Durante algún tiempo el pasaje fue escenario de las actuaciones de la banda de música del gobierno de Alvarado, que interpretaba, sobre todo, piezas marciales.
Al parecer el pasaje yucateco se inspira en el famoso Pasaje Vittorio Emanuelle II de Milán, Italia, inaugurado a fines del siglo XIX, aunque en una escala y alcances bastante más modestos.
La inauguración se celebró el 5 de mayo de 1918, al concluirse los dos arcos, el de la 60 para honrar el inicio de la Revolución y el de la 58 su culminación, y la cubierta de fierro y cristales fabricados en Estados Unidos. En la ceremoniaestuvieron presentes el ex gobernador Salvador Alvarado, el gobernador que lo sucedió, general Carlos Castro y el Ingeniero Santiago Piccone. El discurso inaugural corrió a cargo del poeta Antonio Mediz Bolio.
En 1937, el Pasaje de la Revolución y sus dos arcos triunfales con las fechas 1915-1919, era escenario de ocasionales exposiciones ganaderas y campesinas. Sin embargo, el aparentemente tranquilo paso peatonal se convirtió en situación peligrosa cuando los vidrios del techo comenzaron a caer sobre los transeúntes.
Ante este problema no quedó más remedio que desmantelar el entramado de cristal por amenazador e inseguro. En esos tiempos, ocupaban la parte alta del Ateneo varias oficinas federales y, en la planta baja locales rentados a casas comerciales.
En la década de los 40, al no resistir el paso del tiempo, sobrevino la inminente demolición de los arcos que sostenían la estructura metálica y que dejaron a la vía como un callejón desnudo y vacío, el cual estuvo así varias década hasta que las autoridades municipales y estatales en 2011 volvieron a colocar el entramado de cristal.