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Tan amplio, variado, profundo, importante, y universal es el concepto de paz, que resulta difícil definirlo mediante unas pocas palabras con las que todo mundo esté de acuerdo. Los diccionarios la definen como “una situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países”, o “una relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos.”

Georges Charles Ghislain Clement Pire, mejor conocido como Dominique Pire, y laureado con el Premio Nobel de la Paz en 1958, dijo una vez al respecto: “Existe una tentación extremadamente sutil y peligrosa de confundir la paz con la simple ausencia de guerra, como estar tentados a confundir la salud con la ausencia de enfermedad o la libertad con el no estar preso”. El filósofo neerlandés Baruch Spinozapropuso en el Siglo XVII que “La paz no es la ausencia de la guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia”.

La paz no es gratuita, cuesta mucho, pero recompensa con justicia a quien la busca. Es necesario construirla, paso a paso, de manera sistemática y cotidiana. La paz es el espacio donde la inclusión se vuelve indispensable, ya que no hay paz si existen excluidos, la paz no es verdadera si se deja de lado a uno solo. La paz tampoco se impone, no se alcanza la paz cuando hay un derrotado que es sometido por el vencedor, puesto que, en ese caso, el odio permanecerá agazapado hasta encontrar el momento oportuno para surgir de nuevo.

La paz tampoco es una meta, más bien es el camino que se transita diariamente durante ese breve espacio que llamamos vida. Es una labor que tiene que ser asumida por todos, en todo ambiente, en todo lugar, ya sea físico o incluso espiritual, ya que nace del interior, del alma de las personas.

La paz tiene también profundas connotaciones religiosas, muchas personas encuentran la paz al abrigo de su fe, se le considera un don que proviene de Dios, pero que, a pesar de su gratuidad, implica un arduo trabajo que le permita a la creatura humana ser merecedora de tan grande regalo.

La paz suele ser frágil, lo que la vuelve vulnerable ante los embates de la opresión, la injusticia y el odio, por eso debe ser blindada, protegida por quienes la tenemos como uno de los más altos valores de la humanidad.

Mérida ha tenido el honor de recibir a personalidades que han sido laureadas con el Nobel de la Paz, el reconocimiento más importante a nivel mundial en este tema. Mérida ya no puede ni debe ser la misma después de esto, Mérida y sus habitantes hemos recibido la alta responsabilidad de honrar esta visita, y de ahora en adelante ser embajadores que, como decía John Lennon, soñemos con un mundo de amor y paz, y así lo haremos realidad.

 

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