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Con la cuarta ola de Covid-19, ahora con la variante Ómicron, el Seguro Social informó que en los primeros 10 días de este mes había otorgado, a través de su aplicación IMSS Digital o en línea, 50,967 autorizaciones de este tipo para que los trabajadores puedan justificar su ausencia en sus empleos. La duración del permiso es de hasta siete días con síntomas y de cinco para los asintomáticos que cuenten con prueba positiva de coronavirus.

A pesar de que con este Permiso Covid-19 se otorga al trabajador un subsidio económico correspondiente al 60 por ciento de su salario a partir del cuarto día de incapacidad –depositado fasttrack a su cuenta bancaria–, muchos pensamos que se ha abusado de este beneficio “especial”, pues, por ejemplo, la Coparmex-Mérida informó que hay ausentismo por contagios del coronavirus en más del 70 por ciento de las empresas, más los que debe haber en otros negocios no afiliados a la cámara, con impacto también en el sector servicios, particularmente el turismo.

¡Vaya!, apenas íbamos en ruta de la reactivación cuando esta nueva cepa quiere echar por la borda lo avanzado, porque las afectaciones a la planta productiva ya se están resintiendo y no se puede contratar personal para relevar unos días al “enfermo”; sin minimizar la erogación millonaria que realiza el IMSS –al 31 de diciembre se entregaron 193 mil permisos, que equivalen a 353 millones de pesos en subsidios, según el titular del IMSS, Zoe Robledo–, que tiene muchos pendientes en atención, infraestructura, equipo, medicinas y un largo etc., como para darse el lujo de tener este gasto extra.

Decíamos que parece que se abusa de este “permiso”, sobre todo en dependencias de Gobierno, en los tres órdenes, pues ahora sí que ante cualquier malestar de un resfriado común muy frecuentes en esta época (una “gripita” diría el Presidente) se invoca un síntoma del virus para ausentarse del puesto, en perjuicio de otros compañeros que permanecen firmes.

Al respecto, recuerdo que en la Marina los “rebajes” (así se nombra a las incapacidades expedidas por el médico) que se otorgaban al personal de tropa se cumplían en el barco, sección sanitaria o instalación naval donde estaba adscrito, mientras que a los oficiales se les autorizaba hasta por ocho días “a domicilio”. Huelga decir que muchos de estos abusaban de esta canonjía, hasta que en la década de 1990, algunos comandantes ordenaron que los oficiales cumplieran la incapacidad en sus unidades, con el argumento que ahí estarían mejor cuidados. Como por arte de magia se acabaron los enfermos entre los oficiales, pues esto implicaba no salir francos. Ahora, me refieren, si te enfermas de Covid, te dan vacaciones. Desde luego, es mejor prevenir que lamentar, pues este Permiso Covid del IMSS, como los que algunas empresas otorgan a sus empleados con goce de sueldo, no debe dar pie a aprovechar una emergencia para tomarse unos días libres.

Agradezcamos que contamos con una fuente de ingresos en esta emergencia sanitaria, son tiempos difíciles y hay que ser solidarios.

Anexo “1”

La Armada en aeropuertos

El pasado lunes se dio a conocer que 250 elementos de la Armada de México sustituyeron a los de la Guardia Nacional a cargo de la seguridad de siete aeropuertos, entre ellos el Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México.

Hasta ayer, ni la Secretaría de Marina ni el Gobierno Federal se habían pronunciado al respecto, pero varios medios nacionales difundieron que la Marina también tomará el control de la seguridad de usuarios y trabajadores de las terminales aéreas de Cancún y Cozumel (Quintana Roo), de Mérida y Chichen Itzá (Yucatán) y de Tapachula y Tuxtla Gutiérrez (Chiapas).

Además, se mencionó que la naval también se harán cargo del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) construido por el Ejército, que se prevé sea inaugurado en marzo próximo.

Aunque esta decisión tiene que ver con la confianza que la población percibe en las fuerzas armadas, particularmente en la Marina, también se abona con ello a la percepción de que el Gobierno tiene la obsesión de militarizar al país. La polémica sigue y no permite ver lo positivo de estas decisiones que, por supuesto, se asumen con responsabilidad, velando por la seguridad de todos los mexicanos, como ha sido siempre la misión de la Marina mexicana.

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